A medida que el tiempo avanzaba en el convento, el Padre Namjoon continuaba ocultando su verdadera naturaleza detrás de una fachada de devoción y santidad. Había logrado ganarse la confianza de los aldeanos y los fieles, pero sus intenciones eran mucho más siniestras de lo que nadie podía imaginar.
Namjoon era un manipulador consumado. Utilizaba su posición de líder religioso para ejercer influencia sobre la comunidad, asegurándose de que todos cumplieran sus órdenes sin cuestionarlas. Hacía uso de su carisma y elocuencia para convencer a los demás de que sus acciones eran la voluntad de Dios, cuando en realidad solo buscaba satisfacer sus propios deseos y ambiciones.
Una de sus artimañas más efectivas era el uso de la culpa y el miedo. Convencía a los fieles de que cualquier desobediencia a sus órdenes era un pecado grave y que, si no seguían sus directrices, sufrirían castigos divinos. La mayoría de los aldeanos, temerosos de la condenación, obedecían ciegamente las palabras del Padre Namjoon.
Sin embargo, su astucia no se limitaba solo a manipular a la comunidad. Namjoon también había ideado un elaborado plan para robar las riquezas del convento sin levantar sospechas. Conocía todos los recovecos y pasadizos secretos de la iglesia lo que le permitía moverse con sigilo durante la noche sin ser detectado y para ser exactos era la iglesia más popular del momento con más creyentes que la visitaban.
Pero a medida que Namjoon se volvía más codicioso, su comportamiento se volvía más audaz. Comenzó a desviar fondos destinados a los más necesitados para su propio beneficio, dejando a los más vulnerables desamparados, pero por supuesto nadie se daba cuenta.
El Padre Namjoon era un villano enmascarado, y su influencia sobre la comunidad se volvía más y más peligrosa a medida que amasaba riquezas y poder a costa de los que confiaban en él. Sin embargo, su maquinación no pasaría desapercibida por mucho tiempo, y aquellos que se dieran cuenta de sus verdaderas intenciones estarían dispuestos a luchar contra su engaño.
Pero nadie sabia de su verdadera máscara ¿o tal vez si?
Una tarde, después de la oración vespertina, Namjoon se acercó a Jungkook con una sonrisa que no llegaba a sus ojos. Jungkook, que había estado ocupado ayudando con las tareas del coro, le dedicó una reverencia.
—Padre Namjoon, ¿en qué puedo servirle?
Namjoon colocó una mano en el hombro de Jungkook, mirándolo con falsa preocupación.
—Jungkook, me temo que he estado ocupado con asuntos del convento y he descuidado tu formación. Para convertirte en un buen sacerdote, necesitas aprender mucho más y también queda poco tiempo, con las enseñanzas que te di desde pequeño te descuidé cuando creciste. He decidido que te enseñaré personalmente.
Jungkook sintió un atisbo de emoción, pero también una profunda inquietud. Estudiar bajo la tutela de Padre Namjoon podría ser una gran oportunidad, pero había oído rumores sobre el líder espiritual y sus métodos poco ortodoxos, pero solo eran rumores, además el padre fue su maestro de pequeño, ¿Qué podría cambiar?
—Estoy agradecido por su oferta, Padre Namjoon. Estoy dispuesto a aprender todo lo que pueda.
Namjoon asintió con satisfacción.
—Excelente, Jungkook. Nos reuniremos esta noche en mi estudio. Tenemos mucho que discutir.
Esa noche, en el estudio de Namjoon, la atmósfera era tensa. A la luz de las velas, Namjoon comenzó a hablar de temas teológicos y doctrina, pero su conversación se desvió hacia la ambición, el poder y el control.
—Jungkook, un sacerdote tiene la capacidad de influir en las vidas de las personas. Pero para eso, debes estar dispuesto a traspasar las barreras, a hacer lo que sea necesario. ¿Comprendes?
Jungkook asintió, pero su intuición le decía que había algo oscuro detrás de las palabras de Namjoon. A medida que las semanas pasaban, su formación bajo la tutela de Namjoon se volvía cada vez más turbia. Namjoon lo instaba a participar en prácticas cuestionables y a mantener secretos.
Pero como siempre nunca lo tomó importancia.
El tiempo pasaba, y la influencia de Namjoon sobre Jungkook se hacía más evidente con el tiempo. A menudo, Namjoon tenía conversaciones privadas con Jungkook, lejos de las miradas de los demás. En estas charlas, manipulaba con destreza las ideas y creencias del joven aprendiz.
—Jungkook, debes entender que, en ocasiones, se requieren sacrificios para alcanzar el poder y la influencia necesarios para llevar a cabo la obra de Dios. —Namjoon decía con una voz persuasiva.
—Pero, Padre Namjoon, siempre nos han enseñado que debemos seguir una vida de virtud y humildad —respondía Jungkook, con dudas en su voz.
Namjoon sonreía con astucia.
—Así es, Jungkook, pero a veces la virtud y la humildad pueden utilizarse como un camino hacia el poder. Las personas se sienten atraídas por aquellos que parecen fuertes y seguros de sí mismos. ¿No querrías ser un líder que guíe a otros hacia la fe?
Jungkook asentía, la sonrisa dulce del padre lo hacia estar de acuerdo aunque no estaba seguro de estar de acuerdo. La influencia de Namjoon comenzaba a nublar su juicio y su comprensión de los valores del convento.
Las charlas y enseñanzas de Namjoon se volvían cada vez más siniestras, y Jungkook se sentía atrapado en una telaraña de manipulación. Mientras tanto, la amistad entre Jimin, Taehyung y Jungkook se mantenía firme, pero la sombra de Namjoon seguía extendiéndose sobre el convento, y el destino de todos estaba en juego
Pero como siempre nadie se daba cuenta, un punto a favor de Namjoon y este lo sabía muy bien, en especial cierta personita.
En la cama yacían dos amantes. Por supuesto, el más rebelde deseaba conocer los grandes planes de su amante.
-¿Quién lo diría, verdad? El gran padre Namjoon, el más generoso, el más humilde, el más sabio y, por supuesto, el más guapo. -dijo con un tono sarcástico y una sonrisa burlona -¿Quién diría que resultarías ser un completo manipulador, ambicioso, pecador, con un montón de amantes para satisfacerse, con una mente retorcida y bien sexy, verdad, padre?- dijo con un tono juguetón.
Amaba el sexo salvaje y sobre todo hacerlo con el gran sacerdote era muy excitante le encantaba hacerle enojar pero también estaba ansioso por saber cuál era su plan con Jungkook, quizás no estaría haciendo nada de esto si no fuera por Jimin. Dios como odiaba ese nombre.
Namjoon le advirtió en un tono amenazante:
-Cuida tus palabras, muñeco. Recuerda quién manda aquí. Ya sabes lo que hago con los juguetes que quieren tener el poder y no ser simples títeres. Si no quieres ese castigo, mejor cálmate. Si te portas bien, te daré un premio que jamás olvidarás, SeokJin.
Namjoon continuó mirando fijamente a SeokJin con su expresión controladora.
-Has sido útil hasta ahora, SeokJin, y eso es lo único que te mantiene aquí. No olvides quién te protege. Sigue siendo un buen niño, y todo saldrá bien.
SeokJin se mantuvo en silencio, sintiendo la amenaza en las palabras de Namjoon. Sabía que debía tener cuidado con lo que decía y hacía en este convento, pero también comenzaba a preguntarse si había otras formas de escapar de la influencia de Namjoon y encontrar la verdad detrás de sus acciones.
Tal vez lo haría si no lo amara con locura.
Continuará...
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Amor Prohibido /Kookmin
RomantizmJeon Jungkook, de 20 años, se encuentra en la recta final de su formación como sacerdote bajo la tutela del Padre Namjoon, a quien admira desde la infancia. Sin embargo, su mundo da un giro inesperado cuando conoce a Park Jimin, un joven que despier...