El incansable zumbido del despertador hizo su trabajo, cerré mis ojos con fuerza y solo quería dormir un par de horas más. Era lunes, iniciaba el semestre y ayer nos habíamos ido de fiesta nuevamente, contra mi voluntad por supuesto, pero Amelie insistió tanto que fue imposible negarme, mi cabeza dolía y palpitaba, me arrepentía de haber aceptado, suspirando con frustración me puse de pie, busque una pastilla, eche mi cabeza hacia atrás y me la tome de un golpe junto a un vaso de agua, arrastré mis pies hasta la ducha y sin pensarlo dos veces no abrí la llave del agua caliente, necesitaba despertarme por lo que me duche con agua helada.
Salí tiritando a la habitación y me vestí rápidamente con un pantalón negro de gabardina, sandalias con un poco de tacón, una blusa ceñida al cuerpo en color negro también y una chaqueta de punto en tono verde, arregle mi cabello y lo deje secarse solo, no solía usar maquillaje así que solo aplique protector solar y un hidratante para labios, tome mi bolso y las llaves y salí de la residencia, buscaría mi primer salón de clases.
Caminaba por el pasto buscando la que seria mi facultad por los siguientes cuatro años, había estudiantes por todas partes, unos iban con prisa, otros con calma, unos llevaban un montón de libros en sus manos y otros nada, sonreí al sentirme parte de esta vida, durante años la había anhelado tanto... estaba desesperándome al no encontrar la facultad, parecía que caminaba en círculos. Necesitaba a Amelie, ella iba un año más avanzada por lo que ya conocía perfectamente el campus. Comenzaba a odiar a Jack por acapararla tanto, no la culpaba, estaba enamorada y él no vivía en una estrecha habitación de residencia estudiantil como nosotras, sino en un lujoso departamento según me habían contado.
—¿Perdida? —inquieren a mis espaldas, doy un brinco por el susto, me giro en su dirección y asiento con una sonrisa tímida. —, estas de suerte, soy el mejor guía turístico que podrías encontrar por aquí...—alarga con diversión, reparo en él, pelinegro con hermosos rizos, ojos cafés, piel morena, estilo casual elegante y lleva brillo labial.
—Soy Andy. —digo tendiéndole la mano con educación, espeta una sonrisa y me la estrecha,
—Lyon, pero puedes decirme Ly. —responde guiándome su ojo. —, ¿Y bien rojita? ¿A que facu? —inquiere con energía, admiraba su buen humor mañanero.
—Administración de empresas. —respondo leyendo el folleto que me había entregado la secretaria.
—Uhh, toda una empresaria. —responde, me hace señas de que lo siga.
—De hecho, entré a Marketing. —respondo y me encojo de hombros, él sonríe en grande.
—¡Genial! Seremos compañeros en algunas clases. —Reafirma
Asiento en su dirección y caminamos en conjunto hasta el edificio, su color ladrillo estaba reluciente, según me había contado Ly no hace mucho lo restauraron, al entrar le indiqué el número de salón que buscaba y subimos al segundo piso, pasamos un par de pasillos y finalmente entré seguida de él, ya se encontraba la mayoría de estudiante, me senté en el fondo junto a él, la primera clase era de contabilidad.
Tiempo después apareció el profesor, detrás suyo entró el rubio ojiazul jalado de una morena con rizos, venían con sus manos entrelazadas, me sorprendí un poco, pero luego negué con mi cabeza, Amelie lo dijo, todas caen en el efecto Marchetii.
—Seguro ya sabes quien es Scott, el bombón de los bombones del campus. —musita en un susurro Ly a mi lado. Ahogo una risita por fu manera de expresarse, no podía ser más obvio. —, Ella es Raquel, su no sé como decirlo...—alarga pensándolo, sostiene su barbilla con su mano. —, no es la oficial, porque todos sabemos que para Scott la palabra novia es inexistente, pero ella cree que algún rato él se la tomará en serio.
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Mi maravillosa destrucción.
Teen Fiction«Dos almas destinadas a encontrarse, sin saber que van destruirse...» Andy Millabur aprendió a sobrevivir a su hogar disfuncional, con un padre alcohólico, apostador y; con su madre adicta a la heroína. Desde pequeña fue sometida a diferentes tratam...