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Abrí los ojos con dificultad y respiré ondo. Sentía la respiración tranquila del chico al lado mio y de los demás quienes dormían en el suelo.
Anoche habíamos salido y al volver Luka nos ofreció a Agus, Valen, Juan y a mi quedarnos a dormir, obviamente aceptamos.

Busqué el celular para ver la hora y me encontré con que apenas eran las siete y cuarto de la mañana, sólo dormí dos horas.

Busqué mi pantalón con ayuda del celular y seguido tomé las zapatillas. Con cuidado de no pisar a ninguno salí de la habitación y recién allí me calcé.

Empecé a caminar hacia la salida sabiendo muy bien que ninguno de los chicos despertaría hasta pasadas las once de la mañana. En el camino me interceptó la mamá de mi amigo, dándome los buenos días acostumbrada a verme rondar la casa desde que su hijo y yo nos conocimos en la primaria. La saludé y ella me acompañó a la puerta despidiendome.

Ya afuera empecé mi camino a casa dejando que el aire fresco y el sol de la mañana me golpearan. Olía a jazmines y eso por alguna razón me ponía triste, nostálgico.
Las calles estaban vacías y era de esperarse siendo hoy un domingo por la mañana.
Mi mente viajó a los últimos días: en el colegio, en mis amigos, en la vida y en él, en Matias.

El pibe me venía sacudiendo la cabeza desde que lo conocí, movió el suelo con su sola presencia y le dio un poco de entusiasmo a mi vida. Lamentablemente no duró mucho, pero fue lo suficientemente como para añorar cada recuerdo que tenía con él.

Doble en la esquina estando ya en la cuadra de casa, todo estaba quieto, casi congelado por el tiempo a no ser por las hojas secas que giraban sobre el suelo y por las que aún seguían colgadas de los árboles dejando pasar el sol entre ellas en cada movimiento. Una sensación de opresión se instaló en mi pecho y lo sentí encojerce en angustia pero al mismo tiempo lo sentía expandir y si no fuera por mis costillas que actuaban como jaula, estaba seguro de que toda esa angustia hubiese salido sin mi permiso.

Nuevamente el jazmín inundaba el aire, siempre olía a jazmines por las mañanas y por las tardes. Siempre me hacían sentir triste por las mañanas y por las tardes.

Entré en casa usando mi propia llave y el silencio cayó sobre mi. La casa estaba vacía con una nota de "Salimos, volvemos a la tardesita" sobre a mesa. La cursiva de mamá me era inconfundible.

El tiempo aquí también se detenía. Mi pecho seguía exaltado y el frío de la casa me envolvia.

Tal vez lo mejor sería ir a dormir.

Camino en busca de mi habitación y minutos antes de abrir la puerta mi celular vibra en el bolsillo de mi pantalón, lo saco y en la pantalla se ilumina la hora: 9:30AM, ¿tan rápido pasó el tiempo? ¿disocié tanto en literalmente nada? La opresión en mi pecho aumentaba y mi respiración se detuvo al leer el mensaje que había llegado hace unos minutos; temía que, de alguna forma el alcohol consumido durante la noche me estuviera jugando en contra.

Matu 🍃

Ale
¿Queres venir?
Vi que acabas de llegar


Pero no era así, el mensaje del pelinegro estaba allí y por más que dudé en responder, lo hice, aceptando su invitación.

Y ahora me encontraba nuevamente en la calle en dirección a su casa. Pensando en cómo en tan poco tiempo terminé rendido por él, y dejándome llevar por mis emociones sobre las cuales muchas veces no tenía control.

La casa de rejas negras y paredes blancas se hizo presente junto a la silueta del chico de ojos cafés esperándome en la entrada.
Mis brazos se envuelven alrededor suyo y automáticamente siento el calor de su cuerpo haciendo contraste con el mío, siento el aroma suave de su perfume y la piel tersa de su rostro haciendo contacto con el mío.

Matias me atrapa y atrae de una forma increíble, diferente. Hace que siempre esté tratando de saber más de él, en su persona y la forma de actuar que tiene día a día.

Él hace que una llamita se encienda en mi pecho cada vez que estamos juntos, haciendo que la opresión de todos los días desaparezca y pueda aunque sea por un momento sentirme como en casa permitiéndome llenar ese pedacito de él que también le hacía falta.
Él me permitió entrar en su vida y tomar lo que quisiera, a cambio de que él también pudiera hacer lo mismo conmigo.

Subimos a su cuarto en silencio e inconscientemente pienso en que Mati es cómo una estrellita brillando en la oscuridad, la cual gracias a su energía podría saber donde se encuentra aún si yo tuviese los ojos cerrados

Estando junto a él pienso demasiado; lo tengo en mis brazos hasta que el sueño me sofoca y me  ahoga en el. Siendo su rostro lo último que veo haciendo que al final todo es momentáneo. Una ataraxia efímera.

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⏰ Última actualización: Feb 23 ⏰

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