Me desperté al ver el reloj y me di cuenta de que eran las 6 de la mañana y el dolor de los azotes no me permitía dormir más, no sabía si podía ir a la enfermería a pedir algún analgésico y temía ser reprendida por hacerlo.
Me levanté de la cama tomé un baño, al verme en el espejo eran demasiado visible las marcas de la vara, la más grande se encontraba en las piernas aún con la falda sería completamente vista por todos, me vestí con el mayor cuidado de no lastimarme de más, baje a desayunar y a cumplir con las clases.
Cada mañana hasta el domingo observada como las marcas pasaban de estar completamente rojas hasta convertirse en moretones, el día llegó me arregle como cada mañana intentando no hacer muecas del dolor que me hacía sentir el roce de la ropa, puse mi listón en el cabello, baje las escaleras y me coloque delante de la puerta de la habitación.
Solté un suspiro antes de girar la perilla colocando la mejor sonrisa intentando disimular, mi amo se encontraba en el sillón con una flor en la mano y una sonrisa de oreja a oreja lo cual me hizo entender que aún no sabía nada.
Avancé hacia el sillón sentándome junto a él, recibí amablemente la flor que coloque junto a mí, me comenzó a contar que había hecho en esos días yo intentaba no quejarme del dolor que me hacía sentir el estar sentada.
Comenzó a colocar su mano en mi pierna alzando poco a poco mi falda cuando se percató de la marca que se resaltaba en mi piel cambió completamente su mirada, me tomó del brazo y me hizo pararme delante de él.
De un momento a otro una cachetada terminó en mi mejilla, dolía cómo nunca lo había hecho, sé levantó del sillón haciendo que diera unos pasos para atrás.
-Tú DEBES SER OBEDIENTE -
-Tú DEBES SER SUMISA -
-ERES UNA MALDITA MALCRIADA-
-TE ADVERTÍ QUE NO TE IBA A DEJAR PASAR UNA SOLA FALTA -
Cada vez que terminaba una oración hacía que diera unos pasos atrás hasta que choque con la pared, al sentirme acorralada no pude evitar alzar la mirada observando la furia de su rostro, una cachetada fue dada con tanta fuerza que me hizo caer.
Tenía prohibido poner la mano en el lugar del golpe para disminuir el dolor, pero no pude evitarlo dolía demasiado nunca me había pegado así, una segunda cachetada fue dada
-SABES QUE NO PUEDES PONER LA MANO -
Agaché la mirada soltando algunas lágrimas, me sentía muy mal, me dolía todo el cuerpo y dolían las palabras que mi amo me había dicho.
Me tomó del brazo levantándome tenía todo el cabello en la cara, me lo aparto el cabello agarrándolo en una coleta para poder tener más control y dejando al descubierto mi mejilla rojo carmesí, tomó la flor del sillón tirándola al piso pisándola
-ERES UNA MALDITA MALA AGRADECIDA - repetía mientras la flor era destruida bajo su pie.
Estaba a punto de jalar el cabello para hacerme levantar la mirada cuando el profesor que hace una semana la había dado buenas noticias se adentraba con un folder en las manos admirando la escena.
-Buenas tardes, señor me doy cuenta de que se percató de las marcas que la señorita Alya porta -
-Buenas tardes - contestó con la seriedad que lo representaba
-Me gustaría hablar con usted acerca del comportamiento de la señorita quisiera acompañarme a la dirección -
No hubo respuesta de parte de mi amo, me tomó del brazo y me arrastró hasta la oficina del director en dónde me dejó parada junto a su silla con la mirada baja, no me dirigía palabra.
-Buenas tardes, señor le hice venir por qué sucedió un incidente con su sumisa, el día miércoles durante una de las clases la señorita no prestó atención a la clase y en el momento en el que su profesor le llamó la atención ella contestó de una manera muy desagradable -
Cómo el director iba contando lo sucedido mi respiración se volvía más agitada.
-DEJA DE RESPIRAR ASÍ - se guardó un silencio, mi respiración se reguló.
-Fue castigada en el momento, se le aplicaron azotes con vara y se le negó el acceso a algún analgésico, ahora sí usted gusta se le podría dar alguno-
-Me parece muy apropiado el castigo y por supuesto que no, no va a obtener nada que alivie en lo más mínimo el dolor -
Unas cuantas lágrimas recorrieron mi mejilla el comportamiento de mi amo era muy severo, pero en el fondo sabía que lo merecía, salimos de la oficina en dónde se encuentra el profesor que antes nos había escoltado.
-Retírate no te quiero verte - fue lo único que me dijo mi amo antes que el profesor me escoltara a mi alcoba.
Llore toda la noche sabía que me lo merecía.
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Instituto de sumisas
Science FictionUnas escuela donde se formara a la mejores sumisas , donde los amos y amas mas prestigiados pueden confiar a su sumisas