3. JAMES III

979 74 11
                                    


3.  James III


-Papá, mañana Alex y yo iremos a un centro de adopción. Quiero un perrito para que se quede en el refugio y acompañe a los chicos. -Henry estaba sentado en un enorme sillón forrado de piel, sus pies apenas sobresalían del asiento, porque a sus cinco años era el lugar que alcanzaban apenas.

-¿De verdad? Me parece una gran idea. ¿Recuerdas lo feliz que estabas cuando te regalé a David? - el actor se acercó a su hijo y se sentó a su lado. Sonrió al verlo. Llevaba una camisa de vestir, un pantaloncito con tirantes y una corbata roja. Era todo un principito y eso le daba ternura y le dolía de igual manera.

-Fue el mejor regalo, justo por eso se me ocurrió .-Contestó Henry con su vocecita tierna.

-Pues permíteme felicitarte por tu grandiosa idea. -Acarició su cabello.

-Ven conmigo y Alex. Acompáñanos para que nos ayudes a elegir al perrito.

-Me encantaría acompañarte, pero sabes que no puedo.

-¿Por qué, papá? -su rostro se contrajo en una expresión de tristeza.

-Lo sabes, Henry. Ya no estoy aquí. Me fui para siempre.

-¡Sí estás aquí! ¡Estamos hablando! -Dijo gritando y se puso de pie sobre el sillón.

-No hablamos. Eres sólo tú. -Reveló su padre y de pronto ya no pudo verlo al frente suyo.

Sin darse cuenta en qué momento, ahora se encontraba en la oficina de la reina, su abuela.

-¡No voy a permitir que ningún deseo desviado y egoísta arruine a esta familia! ¡¿Me estás escuchando?!

-Sí, abuela... -dijo con voz ausente. Estaba sentado en una silla justo en medio de la habitación, con sus piernitas de cinco años que no tocaban el piso, mientras su majestad caminaba de un lado a otro frente a él.

-¡Es vergonzoso sólo imaginarlo! ¡No sabes lo decepcionada que estoy de ti! ¡Dios nos dé la gracia de que ese pervertido nunca hable!

Los ojos del principito se llenaron de lágrimas y sus pequeñas manos los cubrieron. ¡Quería escapar de ahí! ¡Quería volver con su padre!

Quería desaparecer...

Abrió los ojos de golpe, tardó unos momentos en acostumbrarse a la oscuridad e identificar su ubicación. Estaba en su cuarto, al otro lado de la cama dormía Alex y a los pies de ambos, el perro. El lugar permanecía en total tranquilidad.

-Todo está bien... todo está bien... -dijo para sí mismo entre inhalaciones y exhalaciones profundas- Todo está... -La voz se le quebró a medio camino y rompió en llanto, por más que intentó frenarlo no pudo, los sollozos comenzaron a brotar tras suspiros profundos. En un intento por ahogarlos, flexionó las rodillas hacia su pecho y ocultó el rostro ahí, pero fue inevitable.

-¿Henry? -Entre sueños lo escuchó y eso le hizo abrir los ojos. Por un momento pensó que había estado soñando, pero cuando giró la vista y lo vio comprobó que el rubio lloraba de verdad. Rápidamente se incorporó y puso una mano en el hombro de su chico. -¿Baby?

-Lo siento. -Dijo entre sollozos- No quería despertarte.

-Henry... -lo jaló por un brazo hacia sí y lo abrazó con fuerza. -Puedes despertarme siempre. -El príncipe se aferró a él y apoyó la cabeza sobre su pecho. Alex pasó una mano bajo sus piernas y lo hizo quedar sentado sobre las propias para luego volver a estrecharlo protectoramente.

-¿Qué pasó, mi amor?

-Fue una pesadilla, una tontería. Es que... estaba mi padre y...

-Baby, nada que te ponga así puede ser una tontería. Tus sentimientos son lo más importante. -Habló con suavidad y acarició su espalda muy despacio tratando de tranquilizar a Henry que temblaba entre sus brazos.

ROJO, BLANCO Y SANGRE AZUL: CRISIS Y AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora