11: Marianne y Elinor

28 4 23
                                    


Capitulo 11

Estaba rodeada de canciones sin esperanza, vestigios y suspiros decadentes. En dónde mirara, lo que escuchará, como lo vieras, el mundo era un lugar sin esperanza. Eso era lo que realmente ella creía.

El día después de haber visitado la granja Ricci –Hace ya dos meses– algo en el aire de la granja se había quedado en sus pulmones, devolviéndole un poquito de sentido, pero sus vacaciones decembrinas se encargaron de disiparla. La visita a su familia, un desalentador rencuentro con su hermano y un persistente sentimiento de incomprensión hicieron de nuevo los colores del cielo gris y blanco ostra. Sus begonias volvieron a verse tristes.

Una canción se reproducía por su casi obsoleto celular mientras regaba las flores. Todo había comenzado con un injerto que le había regalado Julio en su cumpleaños pasado. Sus 15 años. Ese día había sido desagradable, su madre invito a toda la familia y amigos aunque ella le insistió que no quería fiestas ni reuniones. Había sido directa, no quería nada. Su madre no lo tomo como un comentario serio, claro. Normalmente un "no quiero nada" se interpreta de muchas formas, menos literalmente.

Pero ella no quería nada, o por lo menos nada material. No quería ni un viaje, ni un lindo vestido ni un celular nuevo. No quería ni siquiera cumplir años, y mucho menos tener que compartirlo con tantas personas. Inevitablemente se había encerrado en su habitación, y ni siquiera Julio pudo convencerla de salir. Los invitados naturalmente quedaron muy disgustados, pero a ella no le importó.

Esa tarde se pregunto ¿Por qué no podía regresar el tiempo y quedarse atascada en los días felices, cuando todo había sido fácil? ¿Porque las cosas tienen que cambiar? Un libro sabio dice que nunca haremos esa pregunta con sabiduría. Entonces Julio entró en su habitación con algo detrás de la espalda. "¿Que es eso?" Le pregunto. "Tu regalo de cumpleaños" le dijo. El rostro de Ly fue de confusión cuando le enseño una maceta "Tu siempre dibujas flores, así que creí que sería un buen regalo" fue parte de su explicación.

Vaya, ella dibujaba flores porque era lo único que sabía dibujar. Pero que buena idea, desde entonces había descubierto un nuevo pasatiempo.

—Esa música me trae muchos recuerdos –De la nada, Ivan apareció detrás de la valla.

Tenía una mancha de suciedad en la mejilla y el cabello despeinado. Ly a penas le miro.

—¿Que quieres Ivan?

—Esa no es la forma de hablarle a tu mecánico –Soltó– Ya está lista tu bici.

—¿En serio?

—Ven a verla –Cabeceó el muchacho, y se alejo.

Ly tomo una pequeña escalera plegable y la coloco junto a la valla. Subió los peldaños y asegurándose de que la mesita de Iván estuviera en su lugar, cruzo la valla poniendo los pies en la mesa. Un destornillador cayó al césped. El muchacho tomo la manijas de la bici he hizo sonar la campanilla.

—¡Arreglaste la campana! –Chillo ella, asombrada.

—El lema de está mecánica es si vas a hacer algo, hazlo bien.

—No es el mismo lema que usas cuando te quedas dormido en el trabajo ¿verdad?

El chico rió. No tenía vergüenza con la hija de su jefe.

—Sí, porque me quedo bien dormido.

Ly tocó las llantas. Cambiadas y listas para rodar.

—Deberías trabajar de esto enserio.

—¿Que crees? ¿Que me mantengo de lo que me paga tu papá? –Se burló.

—Crei que te mantenían tus padres.

GraciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora