Axel David Garza Cantú
Monterrey, México.
Al terminar de mediar el agua, le quité a Caro la toalla con la que la había cubierto y nos metimos al jacuzzi, Ella se veía hermosa, con solo su ropa interior puesta y yo quedé de igual forma, solo con mi bóxer puesto. Nos metimos a gozar de las bondades y delicias del agua caliente y me senté en un extremo de la tina, atrayendo a Caro a sentarse conmigo y la mantuve así abrazada un buen tiempo.
–Axel David, me encantas – dijo ella con ternura – qué bueno que tienes esta tina, porque así nos relajamos un poco después del susto y de la mojada.
–Claro, Caro, vamos a estar demasiado relajados y ya lo verás hermosa. Me gusta tenerte así abrazada, sin que nos importe nada.
Ella despierta en mí esa calma que siempre había deseado, es una mujer muy tranquila, aunque hoy al lanzarse a la cascada para buscar a Vera, me hizo ver que es de armas tomar. Caro no se detuvo mucho tiempo a pensar la situación, y aunque sabía que ella sabía nadar, tuve miedo de que se golpeara con algo.
–A mí también me encanta, me siento muy tranquila estando en tus brazos y hasta me está dando sueño.
–No te preocupes, puedes dormir un poco. Yo también quisiera hacerlo, nos calentamos aquí un poco y nos secamos y dormimos un rato.
Los dos estábamos tranquilos y nos estábamos relajando de verdad. Me encanta esto que estoy sintiendo por Caro o más bien lo que ella me está haciendo sentir, me gusta todo esto. Me siento libre y sin tantas preocupaciones, ni presiones de parte de mi padre.
–Me encanta tu idea.
Caro se relajó de más en mis brazos y pensé que no pasaría, pero pasó ella se quedó dormida ahí en el jacuzzi y me gustaba tenerla así. A pesar de como estuvimos hace un rato antes que nos sacara del momento Dorian, ahora que teníamos toda la oportunidad de hacer lo que queríamos hacer hace un rato, estábamos de lo más tranquilos, así son las ironías de la vida. Caro poco a poco abrió sus ojos y la desperté bien, dándole un tierno beso.
–Caro, te has dormido un poco. Vamos a secarnos y descansamos un rato, pero en la cama – dije en medio de un bostezo – todo esto me ha causado que me relaje de más y tengo mucho sueño.
Aquí no nos podemos dormir, es muy peligroso hacer eso en una tina llena de agua. Mejor evitamos cualquier accidente y nos vamos directo a la cama. Así dormiremos más a gusto.
–También yo, me parece bien tu idea, Axel David.
Nos secamos y le di su espacio a Caro para que se pusiera ropa limpia y seca, yo por mi parte hice lo mismo y después nos fuimos a la cama y nos recostamos. Yo tomé mi lado y ella se acercó a mí, la envolví en mis brazos y nos dormimos así un rato hasta que tocaron la puerta de la recámara.
–Primo, abran la puerta. Vera y yo queremos salir a comer con ustedes – dijo Dorian – Axel David, responde.
–Sí, primo, ahorita vamos. Denos unos minutos, por favor.
Dorian venía nuevamente a interrumpir otro de nuestros momentos más íntimos, Caro se ha quedado dormida en mis brazos y yo también estaba profundamente dormido y a gusto así abrazados.
–Claro, los esperamos en la sala.
Besé a Caro tiernamente y ella estaba aún muy adormilada, poco a poco la hice que abriera sus bellísimos ojos y en el momento que ella despertó bien con mis besos, le dije lo de mi primo y lo de Vera. Nos levantamos ya muy descansados y salimos a reunirnos con Vera y con mi primo Dorian para escoger a dónde iríamos a comer.
–Se ven cansados – dijo mi primo – lo bueno que los desperté. Vera y yo tenemos mucha hambre, todo este asunto nos despertó el apetito.
–Ya descansamos un poco, primo. Tú pierde cuidado – respondí – ustedes son los invitados y pueden decidir a dónde ir a comer.
No tenía ningún problema si mi primo y Vera escogían el lugar para ir a comer, y creo que Caro tampoco, me hubiera gustado seguir durmiendo un rato más, pero no podía ser grosero con los invitados y aquí estábamos para ir a divertirnos todos juntos.
–Sí, chicos – dijo Caro – Axel David y yo no tenemos problemas.
–Está bien, vayamos a comer cabrito al restaurante que queda aquí cerca – propuso mi primo – Vera, no ha probado el cabrito.
–Bien, vayamos.
Nos fuimos al restaurante cercano al rancho y como siempre que alguien de mi familia se aparecía por ahí nos dieron el trato preferencial que nos daban siempre. Yo me sentía feliz por ir con Caro a ese lugar, es la primera chica a la que he traído, ya que Paula no se prestó jamás a venir a este tipo de restaurante tan sencillo.
–Vamos a ordenar unas bebidas – dijo Vera – me muero de sed y mi cuerpo reclama una cerveza o algo.
–Pide lo que quieras, mi amor – dijo Dorian – yo tengo antojo de un tequila, ¿ustedes qué van a tomar?
No tengo muchas ganas de tomar alcohol, pero tratándose de mi primo no me dejará pasar esta, por lo que solo pediré una cerveza para acompañar a los invitados, creo que Caro, no va a ingerir nada que contenga alcohol. Pero si quiere podemos pedir algo ligero para que no le haga daño.
–Yo quiero una limonada – dijo Caro viendo la carta – Axel David, mi amor, si tú quieres tomar yo no tengo problemas.
–Sí, me tomaré por hoy una cerveza para acompañar a Vera y a mi primo – dije emocionado – además no me voy a emborrachar.
Quiero pasar con Caro todos nuestros momentos en total sobriedad, aunque tome algunas bebidas, no me quiero emborrachar y perderme en el alcohol. Esos tiempos ya habían pasado.
–No le creas, Caro – dijo Dorian – mi primo es bien borracho, ya nos ha hecho varias en la familia. Se pone unas crudas memorables.
–Primo, eso no se dice. Son indiscreciones.
Dorian nunca se podía guardar nada, Caro no tenía la necesidad de estarse enterando de esas cosas. Mi primo no conoce la discreción, aunque no tengo nada que ocultar, no me gusta que se tome la molestia de estar ventilando cosas que no debe decir.
–No pasa nada – dijo Vera – yo también me he puesto varias borracheras. Una vez quedé inconsciente, tirada en la calle y unos vecinos me llevaron a casa.
Todos reíamos de lo que contábamos, Caro era la única de todos que no tomaba alcohol y cuando llevaron las bebidas, pedimos de comer y Vera y Caro se fueron juntas al tocador. Dorian y yo quedamos solos en la mesa y mi primo se reía de la situación, seguramente no se esperaba que después de Paula yo anduviera con alguien que no se parece para nada a ella.
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Apuesta por amor
RomanceApuesta por amor A sus 22 años, Carolina Isabella, tiene grandes amigas y grandes sueños. Está en bancarrota, pero quiere ser parte de una sociedad con sus amigas al no tener el dinero para su parte de la cafetería, en un giro inesperado del destino...