El típico aroma amargo de los granos tostados de café molidos y el dulzón de los pocos postres que estaban expuestos en las vitrinas, junto a la brisa de otoño y el cargado sabor de un café Expresso.
Diablos, este lugar se hubiera podido convertir en uno de sus favoritos.
—¿Y?
—¿Y qué, bastardo?
Tosco y altanero. Bakugou retó a los presentes a continuar con la ridícula pregunta. Estaba de un maldito humor, parecía querer despellejar carne viva con los ojos escarlatas. Sin embargo, ninguno de sus acompañantes se sintió intimado. Bakugou siempre era arisco y ya estaban acostumbrados.
—Era una linda Omega —recalcó el pelirrojo, Kirishima. Abriendo una lata de refresco, continuó—: Hombre, ella te estaba cortejando. Le gustabas mucho —la última frase salió en un tono pícaro, guiñando un ojo en complicidad—. Dinos ¿Pasó algo más después de esa cita? ¿Voy a ser tío?
Kirishima, su compañero de trabajo, alguien realmente molesto para el Alfa cenizo, uno de los pocos que tenía las agallas para provocarlo y salir -casi- ileso. Un día lo iba a golpear para callar ese maldito hocico.
Un suspiro exasperado salió de su boca.
—No —respondió seco y cortante.
Todo la atención estaba centrada en él, pero poco le importó y recostó su cabeza en la incómoda silla de madera de aquella rústica cafetería.
El lugar es simple, pequeño y sin demasiados olores de Omegas que provocan cosquillas en su sensible olfato. Quizás era porqué estaba casi vacío.
—No sé si sentirme orgulloso o decepcionado de ti, Kacchan —opinó Denki. El Omega expresaba una burlesca seriedad en su voz, manteniendo los brazos cruzados— aunque lo admito, ésa Omega tenía el aire de ser vacía y plástica. Sin duda, una mala opción.
—A mí me parecía linda.
Denki rodó los ojos al escuchar al Alfa pelirrojo, restándole importancia.
—Jamás pedí tu opinión, rata eléctrica —masculló, frotando con cansancio el puente de su refinada nariz—. Y no, idiotas. Ella me quería ver la cara de estúpido.
—¿Cómo?
—Estaba embarazada, y yo no estoy para cuidar niños ajenos.
La sorpresa se plasmó en el rostro del grupo; incluso los chismosos, que estiran la oreja para captar un poco de la conversación de esa mesa, soltaron un chillido escandalizado.
— ¡No! —Mina se llevó una mano en su boca, intentando no escupir la ensalada de frutas por la ardiente noticia— ¡Qué maldita! ¿Pero cómo? Es que... ¿Cómo lo supiste? —La beta y única mujer presente en el grupo, comenzó a disparar pregunta por pregunta que Bakugou ni se tomó el interés de responder.
Ya sea la resaca o no. Quizás era por el recuerdo de que todavía le quedaba demasiado trabajo por terminar de revisar o por la decepción amorosa de ayer. Cualquier que sea el motivo, hoy se encontraba con un humor de perros.
Ayer esa bola de idiotas subnormales con los que se juntaba, lo arrastró para tomar unas bebidas y liberar la tensión después de la exhausta semana de exámenes: de estar revisando y colocando puntajes para mocosos que todavía no dominaban la geometría plana a estar en otro ambiente revoltoso y malditamente ruidoso. Era lo peor.
Y luego ser utilizado como cita para la hija del dueño del bar. Que enorme falta de respeto.
La recuerda y sí podría afirmar que era bonita y con muchas cualidades; sin embargo, Bakugou no pudo evitar rechazar a ésa Omega. Olía a leche. ¡Y por ahí no pasa!
ESTÁS LEYENDO
Si quieres la vaca, atrapa al ternero |BKTD
Fanfiction-- Te doy veinte dólares y me dejas salir con tu padre. -- Desaparece de mi vista, tonto. Bakugou a este paso tendría una hernia, ¡una gigante migraña! Por fin había encontrado a un Omega que se adaptaba a sus exigentes gustos, y con el cual podría...