Loki y tú: One-Shots

☬ Matrimonio ¿forzado? ☬

Ya era el colmo que Thor le hubiera quitado su derecho al trono, pero ¿ahora lo obligaban a comprometerse? Loki estaba molesto, vacilante. No podía creer la decisión tan descarada que acababa de pronunciar su padre. Él no quería atarse a nadie, mucho menos a una chica que a penas conocía, pero la decisión ya estaba hecha y tendría que cumplir con los caprichos de su padre para lograr esa alianza que tanto quería.

Tú y Loki se conocieron cuando eran muy jóvenes, cuando eran niños desadaptados que se alejaban del resto de sus amigos para poder leer un libro en la tranquilidad de la pradera. Les gustaba sentarse bajo la sombra del mismo árbol, y aunque nunca hablaron mucho, tuvieron una conexión silenciosa que se quedó con ustedes, hasta la adolescencia.

Naturalmente, se habían olvidado del otro, salido con más personas tanto en lo romántico como por amistad. Ahora, como adultos, encontrarían su camino de vuelta al otro, pero no era algo que les provocara tranquilidad o emoción; todo lo que querían era librarse de la situación en que se les había comprometido.

Esa noche, para hacer todo oficial, los reyes de Asgard organizaron una cena familiar, donde tú y Loki se verían por primera vez en años. Él había pasado toda la tarde poniéndose presentable por órdenes de su madre y la insistencia de los sirvientes, quienes habían sido instruidos para molestarlo hasta que cediera. Y tú, por supuesto, tuviste que hacer lo mismo. Sabías cómo eran los príncipes, y si bien nadie hablaba mucho de Loki, habías escuchado que Thor era presumiblemente un mujeriego que había estado con las mujeres más hermosas del reino. Si bien tu matrimonio no iba a ser del todo real, querías que se te diera tu lugar y el respeto que te mereces.

La cena estaba ambientada en una gran sala del castillo, iluminada por candelabros dorados y decorada con lujosos arreglos florales. Los dignatarios de ambos reinos estaban presentes, y el ambiente estaba lleno de expectación.

Thor, quien había sido informado de la situación, había intentado hablar con Loki sobre la inusual unión, pero su hermano no estaba de humor para bromas. Al igual que tú, Loki estaba decidido a presentarse con dignidad, aunque por diferentes motivos.

Finalmente, llegó el momento de la cena. Te encontrabas en una de las mesas, rodeada de nobles de tu reino, mientras Loki estaba en la mesa principal con sus padres. Cuando te miraron, Loki notó que habías cambiado desde la última vez que te vio. Aunque siempre habías sido hermosa, ahora irradiabas una confianza que lo sorprendió.

Mientras la cena avanzaba, Thor intentó romper el hielo entre los dos. Se acercó a ti y comenzó una conversación amigable, esperando que eso al menos aligerara la tensión. Tú lo recibiste con una sonrisa y fuiste educada, pero dejaste en claro que tu compromiso con Loki no era lo que habías planeado para tu vida.

Por otro lado, Loki se esforzó por ser cortés, pero su actitud distante y sus respuestas cortas indicaban que no estaba dispuesto a aceptar la situación sin luchar. Durante la cena, tu mirada se cruzó con la de Loki varias veces, y aunque ambos estaban decididos a no mostrarse vulnerables, había una chispa de reconocimiento en sus ojos.

De entre todos los presentes, Loki no parecía ser la peor opción para ti. Thor y sus amigos eran bastante inmaduros y bobalicones; no los soportabas y podías ver que, aunque Loki reía ocasionalmente no estaba del todo cómodo, incluso en su propio reino. Además, él también había embellecido con el pasar de los años, y era un hombre apuesto de ojos brillantes capaces de robarte el aliento. 

No obstante, en todo momento debías de tener presente que él era el dios del engaño, y eso no dejaba que tus esperanzas subieran del todo. Tú misma eras la clase de mujer a la que le gustaba estar con varios hombres a la vez, pero nunca durante una relación, te gustaba mantener las cosas informales. Tampoco era secreto que de vez en cuando soltabas una que otra mentirilla, mas nada que te diera la reputación de ser una experta en engañar a la gente. Sentías que, sin importar cómo se desenvolvieran las cosas, jamás podrías confiar en él.