Capítulo XVIII

32 6 5
                                    

Un olor floral abrumaba sus fosas nasales, invadiendo sus sentidos y sofocándola con cada inhalación

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Un olor floral abrumaba sus fosas nasales, invadiendo sus sentidos y sofocándola con cada inhalación. Sonrió al recordar las mañanas que despertaba junto a un jarrón de flores que Jason había traído la noche anterior, como disculpa por llegar tarde o alguna tontería que hubiera hecho.

Dicho recuerdo, poco a poco logró acelerarle el corazón, creándole un nudo en la garganta que amenazaba con dejarla sin oxígeno. No importaba cuantos momentos felices con Jason pudiera rememorar, ninguno podría borrar de su ser los tres infernales días que vivió en el frío y la oscuridad.

Sentir que podría morir en cualquier momento, que no tienes escapatoria ni opciones para enfrentar el cruel destino, era algo más traumático que atravesar su enfermedad. Al menos con el cáncer, podía luchar, pero cuando se trataba de Jason..., estaba por completo indefensa.

Temió abrir los ojos en ese momento, encontrarse con su rostro y atravesar de nuevo por esa pesadilla. Le tomó varios minutos conseguir el valor para despertar finalmente, después de convencerse de que estaba en el hospital, a salvo y que quizás las flores, fueran de Amanda o algún amigo.

«Con razón la molestia» pensó, cuando lo primero que vieron sus ojos fue una bolsa de sangre colgando de un portasueros, el vial estaba conectado directamente a su brazo. Sentía un leve ardor, como una picazón que sabía que no podría erradicar ni porque se rascara.

—Buenos días... —su voz era como un témpano de hielo, que atravesaba su pecho con cada palabra, se giró para verlo y confirmar todos sus miedos. Deseó gritar y huir despavorida en cualquier dirección opuesta a él, pero su cuerpo no le obedecía—. Cielo..., lo siento tanto.

Estaba pasmada, con todo su cuerpo tenso, sintiendo un frío desgarrador en cada una de sus terminaciones. No sabía si seguía respirando, el terror que la invadía controlaba cada uno de sus sentidos, solo pudo reconocer algo tibio que corría por sus mejillas, lágrimas que no esperaba que escaparan.

—Mi vida, no llores por favor, me estás matando... —Jason levantó la mano para limpiarle las lágrimas y ella, como un animal asustado, dio un respingo arrinconándose en el otro extremo de la cama—. Les, no quise lastimarte...

Seguía incapaz de hablar, y correr no serviría de nada, estaba segura de que la atraparía si lo intentaba, era muy rápido, muy fuerte en comparación con ella..., una menuda chica debilucha que necesitaba transfusiones para mantener el color de su piel y no parecer un cadáver.

Jason intentó de nuevo acercarse, sus ojos estaban vidriosos y el arrepentimiento era evidente en su rostro, sin embargo, lo único que ella veía, era el odio y la furia con la que la había maniatado. Jamás podría olvidar esas expresiones salvajes, ni mucho menos sus gritos.

Cuando su mano se posó sobre la suya, profirió un gritito antes de alejarla, como si su mero contacto le quemara la piel. Estaba al borde de la cama, cada una de sus terminaciones le gritaban que huyera, que no pensara en sí podría o no lograrlo, solo que lo intentara, cualquier cosa sería mejor que caer en sus garras de nuevo.

El ocaso entre nosotros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora