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No dejarnos morir.

Estaba consciente de todos los daños ocasionados, los traumas psicológicos que esto dejaba, las lesiones físicas y las muertes provocadas e incluso las colaterales que marcaban tu memoria; aquello que dolía, esa herida sin cura, la misma que dejab...

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Estaba consciente de todos los daños ocasionados, los traumas psicológicos que esto dejaba, las lesiones físicas y las muertes provocadas e incluso las colaterales que marcaban tu memoria; aquello que dolía, esa herida sin cura, la misma que dejaba a un corazón al borde del colapso. Y por más que intentamos acostumbrarnos, no podíamos, cada muerte que corría por nuestras manos era desoladora. Recordar la sangre recorrer por tus dedos y la viva imagen de aquellos rostros perdiendo su luz a medida que sus ojos se cierran, era algo simplemente atroz.

Ir por la vida con aquellos escenarios que te acompañarían hasta el último segundo de tu existencia. Sí, era algo a lo que nunca pude acostumbrarme, algo que lamentar por el resto de mi vida. Y quizá esa era la sentencia que me tocaba, aquella abrumadora que se cristalizaba y desgarraba cada partícula de mi ser: vivir con todos los recuerdos que no pedí...
Aunque nada se comporta a la primera persona.

La muerte que más dolía.

Un veintidós de mayo con la sintonía de un otoño marcado de tonos naranjas. Horas y horas de entrenamiento, falta de oxígeno a nuestros pulmones y una radio resonando por toda nuestra habitación; aquella que no nos permitía desconectarnos de nuestra realidad. Todo era normal, una tarde tranquila y pacífica que pronto se convertiría en un torbellino de pánico, angustia y llanto.

Y no fue hasta sentir el brazo de Jake empujar mi espalda hacia adelante, ocasionando que mi cuerpo tambaleara y perdiera el equilibrio hasta golpearse contra el piso. Esa fue la primera señal de que todo marchaba peor. Mi cuerpo se tiró por completo al escuchar el típico sonido del cargador de las armas, avisando lo que vendría después de aquello.

Jake se hallaba a un costado con uno de sus dedos sobre sus labios, en señal de silencio. Sentí una mano sobre mi hombro y giré de inmediato, Ni-ki se hallaba sentado ligeramente mientras intentaba recoger su arma sin levantarse por completo. Y de pronto toda el área se encontraba en completo silencio mientras yo intentaba entender qué estaba pasando. Intenté levantarme pero sentí la mano de Jake bloqueando mis movimientos.

Y ahí fue cuando resonó la primera bala, la misma que salió directamente hacia uno de los soldados que también se encontraba tirado en el suelo de la habitación. Sangre recorría de su cuerpo mientras se encogía debido al dolor provocado, se retorcía por encima de la madera y suspiraba fuertemente; después de unos minutos, murió.

—Nos invadieron—. fue lo que dijo Ni-ki.

Y entendí que no podía seguir en ese lugar. Ahí fue cuando empecé a moverme aún acostado sobre el piso, intentando refugiarme para que las balas no llegaran a mí y, con la intención de cerrar la puerta de la habitación y evitar más pérdidas debido a los francotiradores.

Pero fue justo cuando me dirigía de forma sigilosa tratando de no ponerme en el marco de la puerta; solo un segundo antes de cerrarla y ponernos a salvo.

• 𝗧𝗵𝗮𝘁 𝘄𝗮𝗿 𝗼𝗳 𝗼𝘂𝗿𝘀 〢 𝗣𝗮𝗿𝗸 𝗦𝘂𝗻𝗴𝗵𝗼𝗼𝗻 •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora