Mike y Chazzy corrían alegremente por el campo.
Un Chester de 12 años se abalanzó sobre el moreno, haciendo así, que estos dos rodarán por el asfalto hasta caer desplomados en un matorral.
El pelirubio se levantó primero, le ofreció su mano para ayudar a Mikey a levantarse, cosa a la que el otro no se pudo negar ya que por muy alto y muy rápido que fuera más que su amigo, Chester tenía más fuerza que él y quieras que no era muy difícil ganarle a una pelea cuando él estaba en el suelo.
Se apoyó en su agarre, Chester al ver que su amigo aceptaba su ayuda puso una gran sonrisa en su rostro. Mike era muy orgulloso y que le diera la mano para él era como un logro que tendría que cumplir.
El moreno se levantó, y al ponerse en pie al lado de su amigo pudo ver lo bajito que era. Y las ganas que tenia de abalanzarse sobre él y empujarlo para abusar de su altura, eran más grandes que la misma diferencia de altura entre ellos dos.
Luego recordó el porqué acababa de estar en el suelo hace un segundo, y el pensamiento de encararse con su amigo no era buena idea.
Chester sintió un calorcito dentro de él, algo que él no sabía explicar. Era como una estufita que le dejaba feliz y a la vez atontado. Sus mejillas se enrojecieron y dejó de mirar al moreno, sus ojos se clavaron en el suelo.
Mike estaba mirando fijamente a su amigo por encima de su cabeza, con su característica mirada del ceño fruncido. Aunque con una sonrisa ya que se lo estaba pasando en grande, por muchos revolcones que se dieran él siempre estaba alegre, la simple presencia del pelirubio le hacía muy feliz.
Le revolvió el pelo y pasó por su lado para volver a subir la cuesta por la cuál habían subido.
Chester se sentía mecido en una cuna, estaba en una especie de trance desde que hizo contacto visual desde tan cerca con su amigo.
Mike le tiró una piedra al pie al ver que no respondía a sus llamados, tras ver como la piedra le daba en la punta del zapato levantó la mirada, viendo a su querido amigo apoyado en una piedra intentando alcanzarle con la mano para que siguieran con su camino hacia la cabaña.
Chester le devolvió la sonrisa que Mike le brindaba, le agarró de la mano y ambos subieron para llegar a la cabaña que tenían ellos dos.
Mike llegó el primero, ya que. Decidieron hacer una carrera. Al llegar se quitó la camiseta y se tumbó en el sofá azul que encontraron en la basura. Era el más limpio de los que habían conseguido.
El moreno tenía una respiración agitada, estaba empapado en sudor y con la cabeza hacia atrás.
Chester llegó 20 segundos después, abrió la puerta que tenían hecha de latón. Cogió una botella de agua que estaba debajo de la pequeña mesa que tenían y se la empezó a beber tras sentarse al lado se su amigo.
-Dame un poco ¿no chazzy?- Dijo Mikey al levantar la vista y escucharle tragar el agua que estaba en esa botella.
Chester le ignoró y siguió bebiendo, haciendo que el moreno rodara los ojos y se la arrebatara de las manos.
-¿Que haces Mike? Esa es MI botella, eres un imbécil, dámela- Dijo Chester empezando a cansarse por la actitud egoísta del moreno.-¿Acaso no ves la calor que hace?-
El moreno miró maliciosamente a su amigo y con una sonrisa pícara , sacó su lengua, y la pasó por toda la boquilla de la botella, acto seguido introdujo su lengua por el agujero de la botella. Impidiendo así que Chester la quisiera de vuelta.
Este se sonrojó más de lo que querían admitir, se puso nervioso y simplemente miró la botella una última vez después , se quedó mirando atentamente el suelo. Esperando a que le lleguen alguna respuesta a su cabeza de su situación actual.
-¿Te quito la calentura?-Dijo Mike al ver a su amigo tan acalorado de repente, Chester volvió la cabeza en un mínimo de segundo al escuchar esto ya que pensaba que su amigo podía leer mentes.
Su confusión llegó al ver que Mike seguía bebiendo de la botella y no le hacía caso. El moreno le vio de reojo. Una sonrisa se posó en sus labios mientras seguía bebiendo. Cogió una gran bocanada de agua, miró a su amigo y se la escupió en la cara.
Las carcajadas de Mike era lo que más se escuchaba en el entorno, Chester borró la cara de susto que tenía por una con una sonrisa malévola y sus ojos posados en la botella que el moreno había dejado en el suelo.
El ojimiel cogió la botella, se puso de pie y la derramó en la cabeza del moreno . Mike se levantó de inmediato mientras seguía riéndose. Estaba dando manotazos al aire esperando que en uno de esos movimientos le arrebatara la botella a su amigo.
Sin pensárselo dos veces se tiró encima de su amigo, con los ojos cerrados evitando que no le entrara el agua que le estaba tirando. Siguieron forcejeando con cuidado de no darle a los muebles que había en su querida cabaña.
Mike quedó encima de Chester, con su mano izquierda al lado de la cabeza del castaño y con la derecha sujetaba la botella. Las rodillas del moreno estaban a los costados de la cadera de su amigo.
El pelirubio se tumbó completamente, estaba agotado. Dejó caer sus brazos a la altura de su cabeza. Esperando que Mike le echara la agua que quedaba en el bote.
El moreno seguía muy cerca del rostro de Chester y para que el agua les mojase a ambos, se vació la botella sobre su cabeza. Mojando así también a su amigo que, al estar debajo de Mike, se sentía extremadamente extraño, con un sentimiento que él no sabría describir, o le daba miedo admitir que era lo que sentía.
Pero le gustaba.
Se quedaron ahí, al menos 10 segundos. Mike respiraba agitadamente. El agua resbalaba sobre su cuello y algunas gotas se deslizaban hasta caer por la punta de su nariz.
Tenía una sonrisa en su cara y tenía los ojos cerrados, evitando así que alguna gota le entrara en sus ojos.
Chester le miraba, con una sonrisa un poco más exagerada que la de su amigo. El sonrojo que tenía era notable y sus ojos empezaron a brillar desbordando la alegría que tenía dentro.
El castaño miró de arriba a abajo las facciones de su amigo, la sonrisa se le fue borrando poco a poco y sus ojos se mantenían atentos a esa sonrisa que tanto le encantaba.
El moreno comenzó a abrir los ojos para ver a su amigo. Se extrañó al ver como su amigo miraba a sus labios y a sus ojos en lentos movimientos.
Mike borró la sonrisa que tenía y la cambió por una mirada deseosa y unos labios entreabiertos. Miraba de arriba a abajo a su amigo, y lo único que veía en el era una sensación de felicidad que él sabía que era mutua.
Empezaron ha acercarse, sus narices rozaban. Mike miraba a Chester a los ojos y a los labios, pidiéndole permiso para saber si podía catarlos.
Chester asintió lentamente e intentó acercase más. Mike se relamió los labios y decidió darle un beso.
El moreno llevaba el control del beso, apoyó una mano en el suelo y con la otra trataba de evitar que Chester estuviera incómodo en esa posición.
Chester le seguía el beso, y en medio del beso sonrió, él nunca tuvo la necesidad de hacer esto con el moreno. Pero en este momento él supo que siempre quiso, sólo que estuvo reprimiendo las ganas.
Hasta ahora.