Capítulo 10

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Simone Kaulitz se encontraba sentada en una mecedora del amplio porche, a un lado tenía una mesa baja donde la señora Webber le había dejado una taza de té que poco a poco se iba tomando a sorbos. Tenía la mirada fija en el horizonte, lo miraba con la frente arrugada al tiempo que resoplaba por lo bajo.

Escuchó pasos a su izquierda y al momento apareció David ante ella. Carraspeó y sentándose más recta en la mecedora dirigió la mirada al recién llegado.

—Buenos días, señora Kaulitz—saludó David con educación.

—David, como ya sabes nos hemos asociado con nuestro vecino el señor Thompson—empezó a decir Simone yendo directa al grano.

—Sí, señora Kaulitz —murmuró David tragando con esfuerzo.

— El señor Thompson ha sido muy amable en pensar en nosotros para el negocio—siguió diciendo Simone mirándole fijamente—¿Cómo te crees entonces que estamos tras el incidente del ternero?

David ya se imaginaba por donde iban los tiros, raramente Simone Kaulitz se metía en los asuntos de su marido. Pero ella y la señora Thompson eran muy buenas amigas y habrían hablado en una de sus meriendas dominicales. El incidente no había sido para tanto, pero las mujeres habrían exagerado y llevado la situación al límite.

— La señora Thompson está muy disgustada y yo he prometido hacer algo en vista que a mi marido está muy ocupado en otros asuntos—dijo Simone con frialdad—Tengo entendido que fue uno de los jóvenes quien dejó escapar al ternero.

—Si señora Kaulitz, pero ha de comprender que el muchacho no se sentía bien y en un descuido...

—¿No van siempre en pareja para poder atender mejor al ganado?—cortó Simone con brusquedad—¿Qué hacía el otro muchacho para no estar atento a su trabajo?

David se mantuvo en silencio, no podía delatar a ninguno de los dos chicos a los que quería como si fueran sus propios hijos. Los dos tenían un pasado que no se lo deseaba a nadie, pero eso a Simone Kaulitz le daba igual.

—Quiero que despidas al causante del incidente—ordenó Simone con firmeza—Creo que se llama Bill, ¿estoy en lo cierto?

—Sí señora Kaulitz pero...por favor, el chico está muy enfermo en estos momentos y...

—Eso no es asunto mío—murmuró Simone cogiendo su taza de té—Quiero verle fuera de mis tierras en 10 minutos.

David se quedó en su sitio sin saber que poder decir para salvar al muchacho, no podía desobedecer la orden sin poner en peligro su propio puesto de trabajo. Además que en vista de lo enfadada que estaba con Bill ya veía imposible pedirle a la señora Kaulitz que tuviera compasión por el joven embarazado.

—¿A qué esperas para obedecerme?—preguntó Simone al ver que no se movía—¿O quieres también que despida al otro chico?

—No...no, señora Kaulitz—contestó con rapidez David.

—Entonces muévete—siseó Simone Kaulitz.

David asintió con la cabeza y dando media vuelta echó a andar al barracón. Por el camino no paraba de pensar en que podía hacer por Bill, estaba claro que no estaba en condiciones de cuidar de sí mismo.



Entró en el barracón y se lo encontró descansando con los ojos cerrados. Andreas estaba a su lado y nada más verle supo de inmediato que pasaba algo malo.

—¿David?—llamó poniéndose en pie.

Bill abrió los ojos de golpe al escuchar el tono usado por su amigo, mirando a David con miedo en los ojos.

Please, forgive meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora