─ 𝘕𝘢𝘳𝘳𝘢𝘥𝘰𝘳 𝘱𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢 ─
Abrí los ojos lentamente. El aire pesaba en mis pulmones como si el oxígeno se resistiera a entrar, como si estuviera luchando por no asfixiarme. La sensación de ahogo me hizo sentir una inminente desesperación. Aún aturdida, me puse de pie con torpeza, y de inmediato me invadió un mareo que me hizo tambalear. La visión borrosa no me ayudaba a entender el lugar en el que me encontraba, pero por alguna razón eso no me importó en ese momento. Intenté apoyarme en algo sólido, pero el destino parecía no estar de mi lado, ya que caí al suelo de golpe. La frustración creció en mi interior. ¿Por qué siempre me sucedía esto? Me sentí ridícula. No comprendía nada de lo que estaba pasando y, en ese preciso instante, no sabía si estaba soñando o si todo era parte de un oscuro recuerdo, pero había algo inquietantemente familiar en aquel lugar. Algo que me erizaba la piel.
A pesar de la confusión, decidí explorar. Me dirigí a la sala principal de lo que parecía ser una casa antigua. Las paredes estaban decoradas con fotografías familiares. Reconocí a mis padres y a mí misma en varias de ellas. Una en particular mostraba una celebración de mi tercer cumpleaños, otra, más lejana, capturaba el momento en el que aprendí a caminar. Pero hubo una imagen en específico que llamó mi atención de manera extraña. Era una foto de un niño rubio. Al reverso, con una caligrafía algo infantil, se leía: “Mi pequeño y lindo Ben”. El nombre resonó en mi mente. “Ben”. Lo repetí en mi cabeza. Me resultaba tan familiar, pero por alguna razón no lograba recordar de dónde. Nunca había visto esa foto antes, al menos no que yo recordara. Decidí dejar ese pensamiento para después.
Me dirigí a la cocina. Mientras caminaba por el pasillo, una puerta al fondo captó mi atención. Estaba decorada con mariposas pintadas de un azul profundo. De repente, escuché una voz. Era una voz de niña pequeña, una voz que me resultaba tan familiar como inquietante. Venía de esa misma habitación. Contuve el aliento mientras me acercaba sigilosamente a la puerta. La abrí con cuidado, solo lo suficiente para ver lo que había dentro. Al asomarme, lo vi: una niña pequeña, de unos cinco o seis años, con lágrimas corriendo por sus mejillas, abrazando con fuerza un peluche. Era yo. Me estaba viendo a mí misma de pequeña.
Un escalofrío recorrió mi espalda. La niña lloraba y repetía una y otra vez lo inútil que se sentía. Mi mente se llenó de preguntas. “¿Realmente fui tan mala de pequeña para sentirme así?”, pensé. Por más que intentaba recordar, no lograba recuperar esos momentos de mi infancia. Lo único que quedaba en mi memoria eran recuerdos buenos con mis padres, pero de alguna manera sabía que había más, que había partes de mi vida que mi mente había bloqueado, quizás por ser demasiado dolorosas.
Sentí una abrumadora necesidad de abrazar a esa versión pequeña de mí. Quería decirle que todo estaría bien, que en el futuro las cosas mejorarían. Me acerqué lentamente, pero justo cuando iba a hacerlo, una voz conocida me sacó de mis pensamientos. Era Chuck. Su voz sonaba lejana, desesperada, y me hizo detenerme en seco. Me quedé paralizada por unos segundos, sin saber si debía quedarme con la niña o responder al llamado.
— “Por favor, despierta” —imploraba Chuck, su voz llena de angustia, casi entrecortada.
Cerré los ojos con fuerza, tratando de pensar. Chuck era un niño maravilloso, alguien que siempre se preocupaba por los demás, aunque yo no lo conociera lo suficiente, podía sentir la sinceridad en sus palabras. Decidí que no podía dejarlo. Tenía que buscarlo.
— “¡Chuck! Estoy aquí, ¿dónde estás?” —grité, desesperada.
Empecé a correr por el pasillo, sintiendo una creciente ansiedad en mi pecho. Pero no importaba cuánto gritara su nombre o cuántas veces repitiera la pregunta, parecía que él no podía oírme. Mi entorno comenzó a cambiar. Los muebles y objetos a mi alrededor empezaron a desaparecer, disolviéndose en el aire como si nunca hubieran estado allí. Poco a poco, me encontré sola, rodeada únicamente por cuatro paredes lisas de un blanco cegador. La confusión se apoderó de mí, pero algo en la distancia llamó mi atención.
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Solo tú y yo
FanfictionMei llega al Glade con algo que nadie más tiene: sus recuerdos. Fingiendo haberlos perdido, evade ser enviada al laberinto mientras busca respuestas sobre la muerte de su padre y la verdad detrás de todo. A medida que se sumerge en este mundo lleno...