𝚇𝙻𝙸𝚇 𝙴𝚕 𝚊𝚌𝚊𝚗𝚝𝚒𝚕𝚊𝚍𝚘.

194 23 42
                                    

Aviso: Las tqm. Si están tristes no lean estos capítulos... lamento lo de Kirill... </3


𝚇𝙻𝙸𝚇 𝙴𝚕 𝚊𝚌𝚊𝚗𝚝𝚒𝚕𝚊𝚍𝚘.

𝙔𝙤 𝙢𝙚𝙧𝙚𝙯𝙘𝙤 𝙚𝙡 𝙞𝙣𝙛𝙞𝙚𝙧𝙣𝙤, 𝙥𝙚𝙧𝙤 𝙩𝙪 𝙣𝙤 𝙢𝙚𝙧𝙚𝙘𝙚𝙨 𝙫𝙚𝙧𝙢𝙚 𝙘𝙖𝙚𝙧 𝙚𝙣 é𝙡

𝙔𝙤 𝙢𝙚𝙧𝙚𝙯𝙘𝙤 𝙚𝙡 𝙞𝙣𝙛𝙞𝙚𝙧𝙣𝙤, 𝙥𝙚𝙧𝙤 𝙩𝙪 𝙣𝙤 𝙢𝙚𝙧𝙚𝙘𝙚𝙨 𝙫𝙚𝙧𝙢𝙚 𝙘𝙖𝙚𝙧 𝙚𝙣 é𝙡

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Treinta y uno de diciembre...

Todos estaban rotos.

Kim no había visto a Porchay en dos días, había huido al complejo y no quería ver a nadie, ni siquiera a Kim... tampoco había visto a Wolfgang, así que él estaba solo... al final, lo que más temía... llegó, él estaba solo. Solo en ese apartamento. Con Hadar maullando por extrañar a su papá, y con Kim consolándola porque él también los extrañaba... sabía que ambos sufrían, lo estaban haciendo en cantidades abísmales y lo peor, él estaba en medio.

Al menos sabía que Porchay estaba protegido en el complejo, pero Wolfgang llevaba dos días en la suite privada de un club con Dios sabrá quien.

Subió las escaleras estrechas del club, corrió la puerta de la suite y entró. Inmediatamente el aroma a licor y drogas lo embargó, cerró a sus espaldas evitando mirar a su alrededor, habían mujeres y hombres desnudos tomando licor y consumiendo toda clase de estupefacientes. Kim buscó entre las personas y la luz azul a Wolfgang, lo encontró tumbado en un sofá aparte con la camisa negra de hace días desabotonada, el cabello desordenado, ojeras profundas y moradas surcando sus marchitos ojos azules, piel pálida por no haber consumido nada más que licor y muy seguramente drogas en dos días.

Estaba solo en el sofá, nadie más lo acompañaba... la música estaba alta y las luces titilaban, se acercó a él viendo lo que había en la mesa, colillas de cigarros, dos botellas vacías de Vodka, rastros de cocaina y restos de cristales rotos. Wolfgang tenía la mirada perdida en algún lugar de la suite, parecía que no miraba a nada en particular... estaba roto, lo habían roto al final.

– Wolf, ya fue suficiente, vamos a casa – dijo Kim cruzado de brazos en frente de él

Wolfgang arrugó el ceño y descansó la cabeza sobre el espaldar del sofá, sonrió de forma vacía.

– Mi Kim – arrastró la voz – ¿No te quedas conmigo?

Kim suspiró – No, vámonos a casa – insistió – No mejorarás aquí.

Wolfgang estiró las piernas subiéndolas a la mesa – ¿Quién dijo que quiero mejorar?

– ¿Entonces, que harás? – preguntó Kim de forma tensa – ¿Te quedarás aquí para siempre alimentándote de coca y Vodka?

AMOR ES AMOR - KIMCHAYWOLFIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora