☬ Solo me necesitas a mí ☬

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Era tarde por la noche, y había comenzado a llover. El viento azotaba fuertemente contra los árboles y los rayos estremecían a la tierra. Una tormenta se aproximaba y no tenías tiempo suficiente para refugiarte, por lo que caminaste por las calles rumbo a la parada de autobús. Sacaste tu paraguas para intentar protegerte de la lluvia, pero el viento te lo arrebató de las manos, empapándote de golpe. 

Suspiraste, hoy no era tu día. Solo querías llegar a casa a tomar una taza de té y acurrucarte junto al calentador antes de tomar una ducha y finalmente ir a dormir. Pero eso no iba a pasar pronto, no con este clima. Mientras te quejabas entre dientes, te abrazaste a ti misma por el frío que te erizaba la piel y, justo cuando creíste que nada haría que te sintieras peor, Loki te divisó desde la distancia. 

Después del trabajo, había salido con Thor y los chicos a tomar unas cervezas. Se sorprendió de verte afuera a deshoras, pero se sorprendió aún más de verte tan arreglada, con un vestido largo y halagador. No era la clase de vestido que usabas para un encuentro casual, pero tampoco un vestido que usarías para un evento formal. Parecía que habías ido a alguna fiesta, y a juzgar por tu expresión no te habías divertido en absoluto. 

Preocupado, salió del bar y se acercó a donde estabas, sorprendiéndote por detrás al tocar tu hombro y hacer que te voltearas a verlo. Te cubrió con su sombrilla y te dedicó una mirada lenta de pies a cabeza, con el ceño fruncido, intentando descifrar por qué su corazón se aceleraba al verte así, a pesar de que eras miserable. 

—¿Qué crees que estás haciendo? —aunque lo dijo con un tono de reproche, era una pregunta honesta. Tú eres humana y podías enfermarte fácilmente.

—No molestes, Loki —agradecías que te estuviera protegiendo de la lluvia, pero no estabas de humor para uno de sus interrogatorios—. Solo espero el bus para ir a casa.

—¿Tú casa? ¿Qué no vives hasta el otro lado de la ciudad? —alzó ambas cejas, tú solo te encogiste en hombros—. ¿Qué estabas haciendo hasta acá, de cualquier forma?

Y ahí estaba, la pregunta que estabas evitando. Suspiraste prolongadamente y rodaste los ojos, no ibas a contestarle, y sabías exactamente lo que eso desataría en el hombre más insistente y humorístico que conocías.

—Así de mal, ¿eh? —empezó a insistir, aunque entendía tu posición—. Por favor, ¿qué podrías haber estado haciendo? No estás ebria, así que no bebiste hasta hacer algo vergonzoso. Tampoco creo que otra chica haya usado el mismo vestido que tú, no eres el tipo de chica que se molesta por esos detalles. ¿Qué sucedió? ¿Tenías una cita y te dejaron plantada?

Tus mejillas se sonrosaron. Eso hubiera sido menos humillante. Tuviste una cita, y el chico con el que saliste resultó ser una de las personas más insoportables que jamás habías conocido. Y no era la primera vez que tenías una cita con alguien así. Últimamente, te habías dado cuenta de que atraías a ese tipo de hombres lo que hizo que comenzaras a cuestionarte qué había de malo en ti para que algo así pasara. Todo lo que pedías era un hombre sincero y respetuoso que tuviera la decencia de no mirar a otras mujeres mientras estaba contigo. 

—No puede ser —Loki se quedó boquiabierto ante tu silencio y tu expresión avergonzada—. Me estás jugando una broma, ¿verdad?

Realmente solo estaba jugando cuando lo dijo. No pensó que en verdad estuvieras intentando tener una cita con alguien, y percatarse de que lo hacías hizo que sintiera un nudo en el estómago.

Ya todos lo sabían, excepto tú, le gustabas y mucho. Había algo en tu forma de ser que siempre lo atraía más hacia ti, admirando tu sonrisa y sonriendo al recordar tu sentido del humor. Eras una de las mujeres más hermosas e inteligentes que conocía, y honestamente poco a poco se había obsesionado contigo. Pero su relación era muy burlesca y meramente amigable como para encontrar el momento para decírtelo. Además, sabía que si te confesaba cómo se sentía, existía el riesgo de ser rechazado, y prefería que fueras su amiga para siempre a perderte por intentar ser algo más.

No obstante, ahí estaba, francamente molesto. Pero no era tu culpa, por lo que trató de suavizar su expresión, controlando su respiración agitada para encontrar sus ojos verdes con los tuyos, mirándote afligido.

—La verdad es que preferiría no hablar de eso —suspiraste.

Muy en el fondo, Loki tampoco quería hablar de eso, pero el hecho de que ya supiera que tenías citas y no le hubieras compartido nada hacía que su imaginación explorara lugares oscuros en su mente a los que no quería entrar. Desde el momento en que se dio cuenta de que era cierto, ya había sentido la necesidad de golpear a alguien. 

—¿Por qué? —escapó de sus labios, pero alcanzó a darse cuenta y se compuso—. Es decir, ¿por qué estás teniendo citas tan de repente? No pareces el tipo de chica que necesite de un hombre para estar bien.

—El hecho de que no lo necesite no quiere decir que no lo quiera —aclaraste, indignada de que cuestionara tu vida amorosa. Pero sabías que no lo hacía de mala manera—. Loki, soy una mujer en la flor de su juventud, por supuesto que tengo curiosidad por esas cosas.

—¿Qué cosas?

—Amor. Estar con alguien, compartirlo todo, construir una vida juntos. No lo sé. Si te soy honesta, no sé lo que busco, pero sería lindo poder llamar a alguien cuando tengo un mal día en el trabajo. 

—Lo que describes es un amigo —y lo decía de verdad—. Esa vez que Stark fue un cretino contigo, me llamaste cada noche esa semana para quejarte de él. O la vez en que el capitán trasero de acero te prohibió ir a esa misión. En general, creo que soy a esa persona a la que acudes cuando necesitas a alguien con quien hablar. Solo me necesitas a mí.

Lo que él no entendía, lo que nunca había visto era que estabas perdidamente enamorada de él. Lo que en un principio comenzó como una relación de enemistad e insultos fue transformándose lentamente en una amistad donde ambos se entendían, y utilizaban su rivalidad para hacerse mejores el uno al otro. 

Pero llegó un punto en que te diste cuenta de que Loki era tu crush imposible. Era alto, apuesto, inteligente, gracioso, y encima de todo, un dios. Era el hombre perfecto, no solo para ti sino para cualquier chica, y la verdad es que nunca pensaste que podrías tener algo con él, te considerabas demasiado ordinaria para alguien tan maravilloso, incluso con todo su pasado.

—No lo entiendes —suspiraste, bajando la mirada hacia tus botas empapadas—. Hay ciertos límites con los amigos. Eres increíble y aprecio que siempre estés ahí para mí, pero no es lo mismo que estar en una relación porque no podemos hacer las mismas cosas juntos.

—¿Por qué no? —tomó tu barbilla para levantar tu mirada de vuelta hacia sus ojos molestos—. ¿Qué cosas no podemos hacer juntos? 

Mordiste tu labio inferior, con el calor regresando a tus mejillas coloradas. Alguna vez te habías hecho la misma pregunta a ti misma, y habías hecho una lista no muy decente que te vino a la mente e intentabas desesperadamente borrar de tus recuerdos. 

—No podemos besarnos, por ejemplo —murmuraste.

Loki chasqueó la lengua, quería seguir discutiendo contigo, en su lugar, decidió simplemente entregarte la sombrilla, mirándote por largos segundos antes de darse la vuelta y caminar de vuelta al bar, empapándose por la lluvia. Sin embargo, a media calle, se detuvo y miró hacia atrás para encontrarse con tu expresión, tan consternada como la de él. Rápidamente corrió hacia ti y tomó tu rostro entre sus manos, acortando la distancia entre sus rostros para besarte apasionadamente. 

Las cosas se tornaron tan calientes que por un momento te olvidaste de que tenías frío, pero tuvieron que separarse por falta de aire, juntando sus narices mientras sentían sus respiraciones agitadas, rosándose mutuamente con su aliento.

—Tienes razón, los amigos no pueden besarse —dijo él—. Pero quizás no quiero ser tu amigo. 


Loki y tú: One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora