*NARRA BILLIE*
El gran día había llegado, y no sabía exactamente como debía sentirme, o si lo sabía, simplemente tenía un juego se emociones que no sabría explicar.
Ese día desperté temprano, cualquier persona que no me conociese de antes pensaría que tengo una rutina perfecta en la mañana, pero no, simplemente fueron los nervios que no me dejaron si quiera dormir. Comencé mi día haciendo mi aseo personal, como debería, ustedes también deberían hacerlo saben? recomendado por mí.
Intenté comer el desayuno pero simplemente tenía un nudo en el estómago que no me permitió ingerir nada, no tenía nervios de dar el show como tal, sinceramente lo que realmente me asustaba era la idea de pensar que algo referente a Rhey saliese mal, que al final no me atreviera a invitarla, o trabarme al hablar, no lo sé, yo solo sentía miedo de que saliese mal, porque como ya había dicho, solo quería que todo saliese perfecto, yo ella merecía que fuera todo.
Estaba sentada en el sofá mientras pensaba en lo miedosa que soy, hasta que escucho a alguien bajar por las escaleras...
Nerviosa?
—Qué? no, claro que no.
De hecho, estás solo pensando en eso y puedo ver temblar tus manos, Bill.
—Solo es porque está haciendo frío, Finn, nada más. Sé que todo saldrá bien.
Pues solo bajaba a decirte que tienes algunas horitas para hacer el dichoso cartel, de lo nerviosa que estás aún ni lo haces, cuando esté listo me lo das, para llevarlo yo, y trata de no llorar, necesito que tu voz esté perfecta hoy. Te quiero!
—AY DIOS, TIENES RAZÓN!!!
Ustedes me conocen, verdad? es algo normal en mí, pero como ustedes son mis únicos cómplices en esto, irán conmigo, qué les recuerda a Rhey? Las flores? La lluvia? Tiene que haber algo, que la identifique más que ninguna otra cosa, algo que veas y te haga decir: “Wow, eso es MUY Rhey” y justo con esas vibes haré el cartel, recuerdan lo que pasó con Athan? que intentó invitar a Rhey a Prom y todo salió mal, eso es exactamente todo lo que NO quiero que pasé, y como ese cartel es exactamente como NO quiero que luzca el mío, así que será tardío de encontrar lo perfecto, pero no imposible.
Caminé, entré a todas las papelerías, a todas las florerías, busqué miles de ideas que pudieran reflejar lo que siento por Rhey, para plasmarlo al papel, pero nada se asemejaba, lo que ella me hacía sentir iba más allá de algo que yo pudiese escribir en un cartel y ahí fue cuando todo cobró sentido. No era necesario dichoso cartel, si yo iba a hacer algo, lo haría bien, especial, y único, como ella.
Después algunas horas caminando en círculos por la ciudad tratando de encontrar algo, aclaré mi mente y supe que haría, sin embargo, podría ser demasiado sencillo, y si que había algo que fuese muy Rhey, la bisutería, si, Rhey amaba los anillos, las pulseras, collares, era algo que la hacía muy ella, era alérgica al material fantasía por lo tanto, tendría que ser algo no le generará alergia, que fuera lindo, y no tan costoso.
Como última visita fui a una joyería que estaba justo en el centro, había gente adentro aún por lo que antes de entrar pensé: ¿Qué es exactamente lo que voy a buscar? observé las joyas se relucían en el mostrador, pero había una que brillaba más que el resto, una linda cadenita dorada con un dije de palmera, era perfecta, y recordó a una historia que Rhey me contó una vez. Dijo que nunca se la contó a nadie además de mi, pero yo se las contaré a ustedes porque estamos en confianza.
Rhey, siempre amó el mar, amaba nadar es como un pecesito más, en vacaciones sin falta iba a visitar a su abuela que vivía en una isla lejos de aquí, amaba a su abuela con todo su ser, decía que era de los seres más puros que alguien podría conocer, por lo tanto, la playa, el mar siempre le recordarían una sola cosa, sus vacaciones con la abuela, si compraba ese bonito collar, tendría una partecita representativa de ella siempre. Era una buena idea.