Capítulo 5: Rachel Elizabeth Dare Me Provoca El Susto De Mi Vida. [Editado]

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—¡Quiero ir! —gritó Artemis.

—Eso está fuera de discusión —sentenció Will, con voz grave.

Se encontraban dentro de la casa grande, una enorme casa pintada de azul celeste por fuera, usada como centro reuniones para discutir ciertos temas, también servía como enfermería. La sala de reuniones era una enorme habitación de madera con una lámpara colgante en el centro, y justo debajo había una mesa redonda (la mesa de ping pong había sido arrojada hacia una lado por Will, hace unos minutos).

Percy, Annabeth, Hazel y Reyna, hacían un montón de preguntas con respecto al secuestro de Nico. Quirón intentaba mantener el orden. El Señor D actuaba como si no le importara, Will tuvo que evitar que Artemis le gritara.

—¡Puedo ser de ayuda! —insistió Artemis.

—He dicho que no. Solo te pondrás en peligro, no tienes poderes —expuso Will.

—¡Ustedes también se pondrán en peligro! — gritó, como diciendo "Ahí lo tienes".

—No me grites —regañó—. Nosotros tenemos experiencia y poderes, sabemos que hacer.

—Chicos, creo que deberíamos calmarnos y...—empezó Percy.

¡Tú no te metas! —Will y Artemis se voltearon hacia Percy para gritarle.

Percy cerró la boca de inmediato.

Hazel no pudo evitar reírse un poco, pero inmediatamente volvió a su expresión seria, mientras que Reyna solo torció un poco los labios.

Ambos volvieron a chocar sus miradas; Will miraba a Artemis con dureza.

—Hijo, entiendo que estés preocupado, pero yo sé defenderme... —trató de explicar.

—¡No entiendes nada!

—Si lo hago, estas asustado y...

—¡No!, es que —su voz se quebró—... Alguien debe cuidarte la espalda —Los ojos de Artemis lagrimearon—. Ya viste lo que hizo cuando se llevó a... a Nico. Es obvio que puede matarlos con facilidad. No dudo que puedan defenderse, es que no puedo perderlos a los dos, no otra vez...

Artemis se dio cuenta de que estaba llorando, intentó limpiarse las lágrimas sin éxito. Will puso una expresión triste, comprendiendo. Se agachó para quedar a la altura de Artemis y luego lo apretó contra su pecho, en un abrazo. Artemis finalmente empezó a sollozar de forma ruidosa, aferrándose a Will.

Se sintió un poco avergonzado, quería que Will lo llevara, quería protegerlo, pero sus tontas emociones lo hacían actuar como un niño pequeño que le tiene miedo, incluso a su propia sombra. No estaba actuando como un guerrero, como su madre le había enseñado. Pero, el miedo de perder a Will y el no saber si Nico estaba bien, hacia difícil que no sintiera ganas de llorar.

—Tranquilo, pequeño, no pasara nada —decía Will, acariciando el cabello de Artemis.

—¡Eso no lo sabes! —chilló Artemis.

Will no respondió, solo siguió haciéndole mimos a Artemis, durante casi diez minutos, hasta que se calmó. La respiración todavía le temblaba un poco, sorbió por la nariz y se separó un poco de Will, viéndolo con ojos de súplica.

—Por favor...

Artemis estuvo seguro, durante un segundo, que Will estuvo a punto de ceder, pero negó con la cabeza.

—Lo siento, no puedes venir. Lo único que puedo hacer es prometerte que voy a volver, y lo haré con tu padre. Volveremos ambos, lo prometo.

Artemis enfureció y empujó a Will, que lució herido.

Artemis: Deseo de Vida (2) [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora