00| Antes de Venecia.

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Para todas esas niñas,
que también sintieron miedo.

Alexandra

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Alexandra.

—Abre la maldita puerta, Susan!—espeta mi padre, con el mismo tono agresivo de siempre.

Miro aterrorizada hacia la puerta cerrada, que se mueve bruscamente hacia adelante y hacia atrás. Parece que en cualquier instante caerá desplomada al suelo. La madera cruje bajo la fuerza de los golpes, y las bisagras chirrían como si estuvieran a punto de ceder. Cada impacto aviva el pavor en los iris cafés de mi madre; puedo percibirlo, incluso sentirlo en mi propia piel.

—¡Hija de puta, que abras la puerta de una vez!

Mi madre pasa su vista desde la puerta hacia mí.

—Atiéndeme, cariño...—sostiene mi cara entre sus manos—. Te encerrarás en el clóset y no vas a salir por nada del mundo, ¿vale?

Me hace sentir un miedo feroz el simple hecho de observar su rostro empapado en lágrimas y percibir como le tiembla la voz. Mi madre siempre fue mi roca, mi muro firme, y si ella se desmoronaba yo también lo hacía.

—¿Qué pasa, mamá?—pregunto, sintiendo culpa—. ¿Por qué papá está enojado? ¿Hice algo malo?

Sus manos tiemblan al sostenerme y puedo sentir una capa de sudor frío, haciendo contacto con mi piel.

—¡Te juro que cuando entre voy acabar con tu asquerosa vida, Susan!—suelta otro alarido.

—Claro que no hiciste nada malo—niega con la cabeza—. Ahora serás buena y harás lo que mamá te pide, ¿cierto?

—¡Voy a acabar contigo, maldita zorra!

Asiento de inmediato en cuanto escucho a papá gritar una vez más, y sus golpes duplican la intensidad.

Papá siempre se enojaba por lo más mínimo, pero esta vez suena mucho más enfadado. Su voz es un rugido que llena la habitación, y cada palabra consigue envenenar mi mente. Mamá abre la puerta del clóset y yo me meto a su interior sin decir media palabra. El espacio es estrecho y oscuro, y el aire huele a madera vieja y ropa guardada.

—No saldrás—ordena—, prométeme que no saldrás.

—T-Te lo prometo—murmuro con voz tambaleante y apretando los labios para no dejar salir las lagrimas.

Mamá deja un beso en mi frente, para entonces cerrar la puerta del vestidor. Estoy completamente a oscuras, salvo por una rendija de madera rota que permite que un rayo de claridad se cuele desde la habitación. Si inclino un poco mi cuerpo, puedo ver a mamá sentada en el suelo, tapándose los oídos, mientras su cuerpo no deja de temblar.

Papá entra en la habitación.

—¡Te dije que acabaría contigo!

¿Por qué la agarra así del cabello?

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⏰ Última actualización: Feb 04 ⏰

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