𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 11

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El grito de auxilio de los hebreos

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El grito de auxilio de los hebreos...

La familia a excepción de Liria, se dirigieron a la casa de los padres de ambos jóvenes, Oseias sentía la culpa y angustia en su pecho, al igual que Mical,en la casa se encontraba una ansiosa e inquieta Eliseba la cual no dejaba de clamar a Dios por ayuda, en eso entraron los antes nombrados.

- Oseias...-La mujer se acercó a su hijo, antes de abrazarlo - Oseias,estás vivo..

- Es un milagro - Hablo está vez Inés la cuñada de la joven.

En los rostros de los demás había una mezcla de ansiedad y desesperación, no sabía que acontecimientos se vendrían, ni a quien elegirían en la cantera, era normal sentir pesar y temor.

- El faraón lo perdono - Hablo el de rulos mientras la mujer sentaba a su hijo.

- Señor Gracias - Arrodillada exclamaba de alegría con unos toques de angustia la madre de los dos jóvenes.- El oyó mis súplicas mi amor,yo no sé que haría sin ti.

- Dios cuido todo el tiempo de Oseias - La más sabía miraba preocupada a él de rulos y a su nieta,la cual estaba con la mirada perdida a la vez que estába callada.

- Pero...no entiendo ¿Por qué esas caras?

- ¿Por qué no están felices? regocijandose con la noticia.

- Madre preferiría estar muerto..

- No mi amor no digas eso...

- Si...

- No estoy entendiendo - La mujer miro a los demás confundida.

- El perdón del faraón a Oseias vino con una condición - Hablo el de rulos.

- ¿Condición? ¿De que están hablando?

- Madre - Está vez la castaña hablo con la mirada perdida - El rey ordeno que Diez esclavos mueran en lugar de Oseias.

Esto sorprendió a ambas mujeres, llenandolas con un poco de pesar,la castaña miro a su abuela con lágrimas en los ojos dándole a entender que no podía proseguir con la siguiente información.

- Y serán seleccionados de la cantera.

- ¿Que? - el miedo brotaba en la voz de la matriarca.

De hecho nadie se atrevió agregar algo más, Mical apretó sus manos nuevamente con fuerza haciendo que sus uñas se claven en su piel, sintiendo como las lágrimas se acumulaban en sus ojos y como la frustración crecía en su corazón.

De hecho nadie se atrevió agregar algo más, Mical apretó sus manos nuevamente con fuerza haciendo que sus uñas se claven en su piel, sintiendo como las lágrimas se acumulaban en sus ojos y como la frustración crecía en su corazón

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Mɪᴄᴀʟ|lα ҽscօցíժα ժҽ ժíօsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora