7-Cuando escapo sé que te hago llorar

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El doctor Lawrence Gordon se encontraba en la sala de examinación de su consulta oncológica, revisando minuciosamente los informes médicos de su paciente más reciente, John Kramer. El hombre había sido sometido a una cirugía cerebral para extirpar un tumor, y aunque la operación había sido exitosa, John todavía requería un seguimiento y evaluación regulares para asegurarse de que su recuperación progresará sin complicaciones. Mientras revisaba los resultados de las resonancias magnéticas y los informes postoperatorios, la puerta se abrió, y el anciano entró a la sala. A simple vista, parecía cansado pero decidido, con una cicatriz que recorría su cráneo tapada con un vendaje como un recordatorio constante de la batalla que había librado.

—Doctor Gordon, ¿cómo está hoy?

Preguntó el jubilado, intentando sonreír. Lawrence le dedicó una sonrisa amable y le indicó que se sentara en la camilla.

—Hola, John. Estoy revisando tus últimos informes. ¿Cómo te has sentido desde la cirugía?

El anciano reflexionó por un momento antes de responder.

—Ha habido altibajos, doctor, como era de esperar. A veces, siento que estoy avanzando, y otras... bueno, otras no tanto.

El doctor asintió comprensivamente. Sabía que el proceso de recuperación de una cirugía cerebral era complejo y no exento de desafíos. Continuó la revisión médica, evaluando las respuestas neurológicas de John, su coordinación y su capacidad de concentración, mientras mantenía una conversación amena para aligerar la tensión. A medida que avanzaba en la revisión, el doctor Gordon le preguntó a John sobre su vida y su familia. Este compartió detalles sobre su esposa, Jill, y su hijo Gideon. Habló de cómo su familia había sido un pilar fundamental en su vida durante esta difícil experiencia.

El doctor asintió, reconociendo la importancia de un sistema de apoyo sólido en momentos de crisis. Cuando terminó la revisión, hizo una pausa antes de mirar a su paciente.

—John, he visto muchas historias de lucha contra el cáncer a lo largo de los años, y cada una de ellas es única. Pero la tuya es realmente excepcional.

Kramer tomó consideración sobre sus palabras durante unos segundos y luego respondió con sinceridad.

—He aprendido a valorar la vida de una forma que muy pocos entenderían. Durante este proceso, cuando estaba en el quirófano o en la sala de recuperación, la imagen de mi esposa y mi hijo era lo que me daba la fuerza para seguir adelante. Saber que tenía a alguien esperándome en casa hizo que todo esto fuera más llevadero.

—Eso es un recordatorio poderoso, John. La familia puede ser un apoyo inmenso en tiempos difíciles. Cuénteme más sobre cómo ha experimentado ese apoyo en su recuperación.

El jubilado sonrió y comenzó a compartir anécdotas sobre cómo su esposa Jill había estado a su lado durante las noches en el hospital, preocupándose por él y sosteniendo a su hijo en medio de la incertidumbre. Habló de la dedicación del niño, que a su manera había sido fuerte y valiente durante este proceso. A medida que John compartía sus vivencias, el doctor Gordon sintió un molesto peso en el estómago. Sabía que no solo estaba tratando a un paciente, sino a un hombre cuya vida estaba íntimamente ligada a su familia. La conversación es como si le estuviera dando las lecciones vitales.

De nuevo regresó esa asfixiante culpa y el doctor Gordon cerró el expediente y le dirigió una mirada comprensiva a Kramer.

—John, estoy aquí para cuidar de tu salud, pero también para escucharte y aprender de tus experiencias. La fuerza que encuentras en tu familia es un regalo increíble.

El anciano asintió con gratitud, sintiéndose comprendido aunque la realidad fuera que el rubio siente que está siendo la persona más hipócrita del planeta.

Tears Don't Fall [Chainshipping]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora