La lluvia golpeaba con suavidad el cristal de la ventana, creando un delicado ritmo que parecía acariciar la quietud de la mañana. El cielo estaba cubierto de un manto gris que dejaba escapar unas pocas luces titilantes de los edificios circundantes. Era un viernes feriado, un día que solía traer consigo la promesa de descanso, pero para Lawrence, era simplemente otro día más en una vida que se había vuelto inestable.
Se encontraba en la cocina de su casa, mirando a través de la ventana mientras sostenía una taza de café. Aquel café, que solía ser su compañero de las mañanas, ya no tenía el mismo sabor. Su mirada se perdía en la distancia, y sus pensamientos se alejaban de la realidad que lo rodeaba recordando una y otra vez y contando día a día el tiempo que se despidió de Adam.
Casi un mes. Y había caído de nuevo en la rutina y las discusiones diarias.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el sonido de unos pasos ligeros que se acercaban. Era Diana, con sus rizos claros y sus grandes ojos ámbar. Se detuvo frente a su padre y lo miró con una mezcla de inocencia y preocupación.
—Papá, ¿por qué estas tan triste?
Preguntó con sinceridad. Lawrence la miró y, por un momento, se sintió abrumado por una mezcla de amor y tristeza. Había llegado a un punto en su vida en el que no quería ocultar sus emociones a su hija, al menos no a ella.
—Mi amor, papá no se siente bien pues... porque no está muy feliz con algunas cosas.
Contestó con cuidado, tratando de encontrar las palabras adecuadas. La niña asintió como si comprendiera más de lo que sus diez años sugerirían.
—¿Es por mi?
—¿Qué? No, claro que no. Tú me haces a mi muy feliz.
—¿Entonces es por mamá?
Inclinó la cabeza un poco y Lawrence suspiró.
—Sí, cariño, es un poco por eso. Papá y mamá tienen problemas, pero estamos tratando de solucionarlos.
Aunque eso fuera mentira, Diana lo miró fijamente con una expresión sabia en su rostro.
—¿Papá, si no eres feliz con mamá, está bien? No quiero que estés triste.
Las palabras de su hija golpearon a Gordon en el corazón. Era doloroso darse cuenta de que su infelicidad era evidente incluso para su pequeña. La sinceridad de Diana era conmovedora y, al mismo tiempo, una llamada de atención. Motivado por la valentía de su hija, el doctor decidió ser honesto.
—Mi amor, papá aprecia tus palabras... A veces, las personas cambian con el tiempo y las cosas se vuelven difíciles. Pero mamá y papá siempre te amarán, no importa que pase, ¿entiendes eso?
Ella asintió y sonrió, como si una preocupación se hubiera levantado de sus hombros.
—Entonces, si tú y mamá no están felices juntos, está bien... pero, quiero que pases más tiempo conmigo, es difícil que estés aquí porque trabajas mucho pero ¿entonces no será más difícil si no vives aquí?
Lawrence la abrazó con ternura, sintiéndose agradecido por tener una hija tan comprensiva.
—Eso jamás pasará, tu eres lo más importante y siempre haré lo posible para que estés conmigo. Gracias por ser tan especial.
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Tears Don't Fall [Chainshipping]
FanfictionLa vida del doctor Lawrence Gordon se ha consumido completamente por la rutina, a pesar de tener una maravillosa esposa, una hija cariñosa y ser uno de los mejores oncólogos del estado, ni siquiera su trabajo parece brindarle alegría alguna en su vi...