Era un día como otro cualquiera. Me levanté, me vestí y desayuné. Me disponía a ir al instituto como cada día pero al asomarme a la ventana observé que algo no iba bien. Eran las ocho menos cinco y todavía era de noche, pero como si fueran las diez de la noche.
Todo estaba a oscuras y las luces de la calle no funcionaban, estaban apagadas. Me extrañé mucho porque cada día a esa hora las luces permanecían encendidas. Tuvieron que volver a encenderlas para que la gente no fuera a ciegas.
Camino del instituto me encontré a unas mujeres que se temían lo peor: que el sol se hubiera apagado. Yo les dije que no pensaran éso, que a lo largo del día el sol acabaría saliendo, pero me equivoqué, porque eran las dos de la tarde y todo seguía igual. Ese día en el periódico salió una noticia que decía lo siguiente: "Toda España está a oscuras".
Continuaban los días iguales sin que el sol volviera a salir. La gente ya no hacía cosas divertidas y alegres como antes sino cosas tristes y aburridas. Los alcaldes y ministros estaban preocupados porque en las calles había continuas peleas y la gente estaba cada vez más triste y deprimida.
Todo continuaba igual hasta que un día un hombre de buena presencia decidió viajar por el mundo y averiguar lo que pasaba. Viajó durante días, semanas, meses... y cuando creyó que no iba a encontrar la solución se le apareció una niña, una niña de aspecto humilde y extraño que parecía saberlo todo.
La niña le dijo que fuera allí donde acaba el mundo, allí donde nunca nadie ha estado. El hombre no acababa de entender dónde tenía que dirigirse y la niña le dijo que deseara con todas sus fuerzas llegar a ese lugar, y la niña desapareció.
De repente, sin saber cómo ni por qué llegó a un lugar cubierto de nubes blancas como algodón y en el medio el reloj de la vida. Un inmenso reloj hecho de oro con agujas de plata. Pero no funcionaba, estaba parado.
Allí volvió a ver a la niña, le dijo que alguien muy egoísta había pedido un deseo y se había cumplido. Había deseado que el tiempo se parara porque no le daba tiempo a hacer tantas cosas en un día. El hombre le preguntó qué podía hacer para que el sol volviera a salir y el reloj funcionase de nuevo.
La niña le dijo que debía buscar a la persona más egoísta del mundo y decirle que pidiese un deseo: que el reloj volviera a funcionar. Así lo hizo. Fue a buscar a esa persona y no tardó mucho en encontrarla porque se dio cuenta de que era él.
Deseó que el tiempo volviera a andar. El reloj volvió a funcionar, el sol volvió a salir y todo el mundo volvió a sonreír. Desde ese día dejó de ser egoísta y comprendió que tarde o temprano nuestros deseos se cumplen aunque algunas veces no nos demos cuenta.
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Relatos de adolescente (#Wattys2015)
ContoSerie de pequeños relatos y poemas escritos hace mucho tiempo en mi adolescencia. Relatos de amor y de amistad, llenos de alegrías y penas, de ilusión y desengaños. Obra registrada bajo licencia SafeCreative nº 1509065107239.