Ex Novio 🌼 YM

Soju

—¿Qué es todo esto? —Jimin sentía que le hacía falta un poco de contexto para entender lo que su hermano quería lograr de haber reunido un montón de cosas sin sentido en una mesa plegable al centro del patio, lo mostraba con mucho entusiasmo, como si hubiese sido un trabajo arduo y Jihyun quisiese reconocimiento por ello pero él no lograba encontrar alguna clase de similitud entre los objetos ni tampoco un patrón que les uniera.

—¿Aún sabes batear?

—¿Batear? Dejé de practicar béisbol incluso antes de irme de Busan.

—Bueno, dicen que la memoria muscular es increíble. ¿Por qué no lo intentas? —El menor se acercó con un bate y una botella de soju en las manos, tendiéndoselos a su hermano con una enorme sonrisa de oreja a oreja.

—¿Quieres que le dé a botella? —Murmuró confundido, tomando los objetos con cuidado, como si de hecho no quisiera lastimar ninguno de los dos.

—¿Qué? No. El soju es para que te lo tomes. —Se rió por la expresión que Jimin tenía en el rostro y lo adorable que lucía al ladear la cabeza examinando los objetos. Él era el mayor pero ¿cómo lograba mirarse tan chiquito de pronto? —Le puedes pegar a todo lo demás de acá. —Apuntó a la mesa. —Son cosas de papá.

—¿Cosas de papá?

—Deja de repetir todo lo que te digo en forma de pregunta, sólo elige algo y batéalo. Hay algunas muy interesantes, mira. —Jaloneó a su hermano hasta ponerlo delante de la mesa. Era cierto, una extensa variedad de pertenecías ajenas esperaban pacientes a ser elegidas por ellos, o al menos esa impresión le dió a Jimin al verlas tan ordenadas y clasificadas, Jijyun de verdad se había esmerado en ello.

Algunos objetos eran caros, había relojes, botellas de vino que el señor Park coleccionó durante toda su vida de casado, reconocimientos de su profesión enmarcados, Jimin vislumbró también las viejas gafas de lectura que solía usar cuando leían el periódico juntos. Estaba la taza en la que bebía café, una libreta, su billetera, un par de figuras talladas en madera que compraron en algunas vacaciones familiares; con cada vistazo que Jimin les daba podía sentir los recuerdos llegar, era como nadar contra corriente, de repente se sintió sobrepasado.

Jihyun estaba igual de conmocionado que él, lo pudo notar al encontrarlo perdido en sus propios pensamientos. Quizá no se permitió caer en la nostalgia cuando preparó todo aquello pero ahora su mirada estaba igual de ensombrecida que la de Jimin, cada uno cargando con su propio pasado, con sus propias heridas, con todas las experiencias que el señor Park les hizo pasar sin detenerse a pensar qué era lo que sus hijos deseaban.

Desde el incidente del bar Jimin no había tomado algo más fuerte en alcohol que una cerveza. Repelía la idea de estar ebrio pues su cerebro lo catalogó como sinónimo de ser vulnerable, le tenía miedo incluso si sabía que no había sido el alcohol lo que le llevó a sentir repulsión por su cuerpo sino la mala intención de alguien al alterar su bebida aquella noche. De cualquier forma se había mantenido al margen, negándose a sobrepasar el límite nuevamente pues, aunque lo sabía y se decía constantemente a sí mismo lo contrario, en su interior habitaba una pequeña voz malvada que le repetía una y otra vez que había sido culpa suya por ser tan descuidado con lo que se llevaba a la boca. Sin embargo, en ese instante, bastó con notar una fotografía enmarcada de su padre ayudándole a montar un caballo, en lo que Jimin supuso era una feria, para hacerle abrir la botella de soju y dar un gran trago de ella, importándole poco el ardor que su garganta tuvo que aguantar por su imprudencia. La pequeña cara infantil de Jimin estaba enrojecida e hinchada por tanto llorar, incluso en la fotografía vieja aún se podían notar los rastros de las lágrimas recorriendo sus mejillas. Jimin recordaba que no quería subir al animal pero su padre estaba ahí, sonriendo, intentando comprar su calma con la promesa de un helado después de aquello. El señor Park sólo quería una foto de su adorable hijo vestido de vaquero montando el caballo más bonito del lugar...