¡El maravilloso plan de Mario! (y como terminé en el)

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¡Así es! De nuevo aquí me encuentro, a punto de robar la casa de un capo de la mafia. ¿Cómo terminé aquí?, te preguntarás. No hay una respuesta sencilla a eso, pero si estás buscando culpables, te imaginarás de quien se trata.

Mario, el ladrón que intentó robar la casa de mi jefe (y al que acabo de salvar de una caída de tres metros de altura), quien me mira con una sonrisa ladeada, como si estuviera a punto de desvelar el mayor secreto del universo. Y de algún modo, así es.

— Vamos a robar a una ancianita indefensa— me dijo apenas escapamos en secreto de la mansión Vasco.

Y yo, como la gran idiota que soy, le creí. No sé si fue su sonrisa de medio lado, su labia de ladrón experimentado, o simplemente mi desesperación por conseguir el dinero para reparar la maldita motocicleta.

Así que aquí estamos, en el lujoso distrito de Las Ánimas, en una superdeportiva negra que sospecho es tan robada como las joyas de oro y diamantes que planeamos sustraer.

— ¿Una ancianita indefensa?— pregunto, señalando la mansión que tenemos al frente, rodeada de hombres corpulentos y con miradas de asesinos. — ¿De verdad pensaste que me iba a creer eso, Mario?

Mario se encoge de hombros.

— Valía la pena intentarlo— dice.— De otro modo no hubieras aceptado.

Y antes de que pueda protestar, estamos dentro de la mansión, gracias a las habilidades de Mario. Y ahí es cuando lo veo, Joel Kochi, alias Big Mounstro, el capo más temido de toda Ciudad del Sur.

— ¡Mario!— exclamo. — ¡Esa no es ninguna anciana!

Mario parece sorprendido.

— ¿No?— pregunta con inocencia. — Bueno, todos cometemos errores.

Estoy a punto de matarlo, pero entonces me recuerda que estoy aquí por una razón, y esa razón es conseguir el dinero para una costosa reparación. Y aunque robar al mayor capo de Ciudad del Sur no estaba en mi lista de cosas por hacer, a veces hay que hacer sacrificios.

Por lo que consigo reprimir mi enfado, y me centro en el plan.

— Sencillo y rápido, ¿verdad?— le digo a Mario mientras nos adentramos en la mansión, tratando de evitar a los guardias y buscando la caja fuerte que supuestamente guarda el tesoro.

Mario asiente.

— Sencillo y rápido— repite.

Y aunque sé que no debería confiar en él, al menos no después de descubrir que su "ancianita indefensa" es en realidad un peligroso mafioso, no tengo otra opción.

Así que decido hacerlo. Decido confiar en un idiota y mentiroso, y espero que este sea el último error que cometa hoy.

Logramos avanzar sigilosamente por los pasillos de la mansión, evitando a los guardias y utilizando las habilidades de Mario para sortear cualquier obstáculo que se interponga en nuestro camino.

Con todo en contra hemos llegado hasta la caja fuerte, el objetivo principal de nuestra misión.

— ¡Ah! ¡Ya puedo saborear mi jugosa quincena!— dice Mario mientras revisa el cofre de combinación. — Me pregunto cuánto guarda ese cerdo en esta caja.

— No olvides que también estoy participando en esta locura, idiota— le reclamo.

— No te preocupes, compartiremos las ganancias equitativamente. Pero primero, tenemos que abrir esta caja fuerte.

Mario saca sus herramientas y comienza a trabajar en la cerradura de la caja fuerte. Después de unos minutos de concentración y movimientos precisos, se escucha un clic y la puerta se abre lentamente.

Limpia, acelera y... ¡Corre!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora