Los débiles no sobreviven (Bonten x OC)

43. El vacío te perseguirá (Parte I)

Yuichiro colgó el teléfono y suspiró para tratar de calmarse antes de salir de la oficina con paso decidido en busca de Wakasa.

Lo encontró fumando un cigarrillo al fondo del salón principal, recargado en la barra con la expresión aburrida que lo caracteriza y pasando desapercibido a pesar de lo poco concurrido que estaba el club una noche de martes.

Wakasa lo vio acercarse y con un gesto, ordenar algo al cantinero. Un simple vaso de agua con hielo y una rodaja de limón le fue entregado a Yuichiro y tras beberlo apresurado, miró fijamente al hombre de Bonten que observaba algún punto lejano.

–No estoy feliz, Wakasa– declaró el hombre rubio con extrema seriedad, lo que de inmediato llamó su atención.

–¿Qué ocurre?

–Creí que Bonten ayudaría a proteger a la señora Nomura, no que irrumpirían de una forma tan de mal gusto en Rakuen no Hibi.

–¿Qué? –Wakasa enfrentó el rostro sombrío de Yuichiro con el suyo inundado por el desconcierto ante lo que acababa de decir–. ¿De qué estás hablando?

–De que los hermanos Haitani acaban de hacer justo eso y le han provocado un tremendo malestar a la señora Nomura.

–Mientes. ¿Por qué harían algo así? –la expresión de Wakasa se inundaba de molestia e incredulidad.

–Eso es justo lo que quiero saber. Hablemos en la oficina.

En cuanto terminó de hablar, Yuichiro le dio la espalda y salió del salón principal.

Wakasa lo siguió con molestia mientras se preguntaba la razón de todo aquello. Dada la seriedad con que Yuichiro actuaba y que, aparentemente no tenía motivos para mentir, algo había pasado sin duda pero no terminaba de entender qué podría haber llevado a Ran y Rindo a armar una escena en el hotel.

En cuanto estuvieron a solas en la oficina, Yuichiro se sentó en el lugar que normalmente ocuparía Mitsuki. Wakasa se quedó de pie y estaba por pedir una explicación de lo sucedido pero antes de siquiera pronunciar palabra, Yuichiro levantó un dedo de su mano izquierda y con la derecha le mostró la pantalla de su teléfono donde Wakasa observó la escena ocurrida en el elevador no mucho antes.

En cuanto el video terminó, Wakasa entendió el enojo de Yuichiro y se sintió contrariado. Cuando miró sus ojos sombríos, no supo qué decir, así que fue Sonozaki quien habló de nuevo.

–Sé que no necesito explicar las posibles consecuencias de esto, Waka. Afortunadamente mi hermanita ya se encarga del plan de contención. Si esto llega a oídos de Kaoru, estaremos arruinados... –Yuichiró suspiró frustrado–. Creo que hay mucho para reconsiderar tras esto, ¿cómo podría dejar a mi hermanita con ustedes? Los hermanos Haitani son un peligro constante, me parece que tampoco puedo confiar en que se encarguen apropiadamente del trato en Higashikurume...

–¿Qué dices? –lo interrumpió Wakasa frunciendo el ceño y apoyando ambas manos sobre el escritorio.

–El comportamiento de los hermanos Haitani es bien conocido. No lo había mencionado ya que el trato en Vietnam ocurrió sin contratiempos, lo tomé como prueba de que eran confiables cuando se trataba de negocios pero sin duda esto echa por el suelo mi primera impresión. Creo que lo mejor será enviar a alguien más a Higashikurume. Sé que es demasiado tarde para pedir que Mikey-san cambié sus órdenes, así que supongo que simplemente pediré ayuda a alguien más... –Yuichiro miraba hacia arriba mientras explicaba sus pensamientos en voz alta.

–¿Alguien más? ¿Quién? –Insistió Wakasa con urgencia.

–Jigoku Inu, probablemente...

Al escuchar aquél nombre, supo de inmediato que no podía permitirlo. Si Mikey se enteraba que una organización con la que mantenían cierta rivalidad los sustituyó para ese trabajo, enfurecería y sólo dios sabe contra quién podría desquitarse. Las cosas ya estaban bastante tensas, así que ahora, debía prevenir el desastre.