Capítulo IV: El pequeño león abriendo su corazón

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Cuando la luz se coló suavemente por el dormitorio de sexto curso, los ojos de cierto castaño se abrieron perezosamente. Sentía como si los sucesos de la noche anterior fueran el remanente de un chiste mal contado, pensando todavía en lo absurdo que había sido la postura de los miembros de su casa hacia Harry. Sabía perfectamente que la cosa podría empeorar considerablemente, puesto que todo el colegio lo había escuchado gritar "inconforme" que no era posible que Harry fuera a participar en el torneo. Cédric había estado el tiempo suficiente en Hogwarts para saber cómo eran los estudiantes en este tipo de cosas, sabía que iba a haber bandos divididos por él y Harry, y fue entonces que lamentó profundamente apuntarse para el torneo para llamar la atención del pequeño Gryffindor (y vaya que había llamado no solo la atención de aquel león, sino la de todo el colegio).

Otra cosa que no dejaba de darle vueltas, era la expresión de trance que tenía el Señor Crouch y cómo él había aceptado con facilidad la participación de Harry en el torneo. Conocía a Barty Crouch desde que era muy joven, puesto que al ser su padre Jefe del Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas, estaba en constante comunicación con Crouch, quien es Jefe del Departamento de Cooperación Mágica Internacional debido a las criaturas mágicas que entraban y salían del extranjero entre otras cuestiones en las que ambos departamentos tenían que trabajar de manera conjunta. Desde el punto de vista del castaño, Crouch era el tipo de persona que investigaría profundamente la salida del nombre de Harry del Cáliz de Fuego (sobre todo por el historial del chico, quien había tenido las aventuras más surreales desde el momento que piso el castillo por primera vez) y no le hacía mucho sentido que lo dejara participar así sin más. No entendía tampoco porque Dumbledore, quien se suponía que sentía un cariño muy especial por el chico (cosa que no le era ajena a muchos estudiantes de Hogwarts) había aceptado tan rápido la decisión de Crouch, aunque tampoco es que pudiera decir que entendía muchas de las ideas del anciano director.
Por último, pero no menos importante, estaba el asunto de sus sentimientos. Si bien el día anterior había logrado cruzar más palabras con Harry de las que había cruzado desde el campeonato de quidditch, no sabía si la competitividad del torneo lo haría tomar una actitud reservada con Cédric. A esos pensamientos no ayudaba mucho el hecho de que parecía que Harry Potter era el enemigo número uno de la casa de Hufflepuff en estos momentos, y eso evidentemente sería un motivo por el que Harry no quisiera estar cerca del castaño.

- Cédric, se va a hacer tarde para el desayuno, ¿no vas a subir? - preguntó Thomas McKiben, su mejor amigo desde primer curso.

- No tengo muchas ganas Tom. - respondió Cédric medio desganado. La perspectiva de bajar al comedor y ser el centro inmediato de atención se le antojaba como algo irritante.

- Vamos amigo, la gente está deseando verte. De seguro muchos alumnos de otras casas quieren felicitarte por haber quedado como EL campeón de Hogwarts.- para Cédric no pasó desapercibido el modo en qué Thomas resaltó la palabra "el", lo que le hizo caer en cuenta que todavía no había platicado con su amigo respecto a lo que pasó en aquella sala la noche anterior.

- Justo por eso no quiero ir, la verdad es que no me apetece subir al Gran Comedor y que todos se lancen sobre mí a mostrarme su apoyo mientras desdeñan a Harry por ser también campeón del colegio.

- Entiendo. Ahora que lo mencionas, ¿Potter no te dijo anoche cómo le hizo para poner su nombre en el Cáliz de Fuego? - preguntó con una mirada curiosa.

- ¿Realmente crees que Harry puso su nombre en el Cáliz de Fuego? - preguntó Cédric ampliamente decepcionado.
- Pues, las circunstancias son bastante extrañas. - respondió Thomas, a lo que Cédric giró el rostro para no verlo directamente. - Escuchame Cédric, sé lo que sientes por él y sé que quieres creerle, pero todo el colegio...

Entre dragones, sirenas, laberintos y un cementerio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora