Pérdida |toh| |siblingau|

Dos historias mal contadas

Todos podemos ser los villanos 
de las historias de otros
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Luz esperaba a su mujer sentada sola en la mesa de la cocina, removiendo un té que ella misma se había preparado, pero que de todas formas le daba miedo consumir.

Se encontraba perdida en sus pensamientos sobre su mujer. Ella la amaba, la amaba más que a nada en el mundo, pero sus acciones en los últimos días la hacían sospechar que ella la estaba envenenado.

Últimamente ella actuaba de forma sospechosa, tratando de meter píldoras en su café y replicando que eran por su bien. Además las únicas personas con las que había compartido sus sospechas ahora estaba muertas. Su hermana en un accidente de coche y pocos días después su vecina en un robó que salió mal.

No quieres creerlo pero todas las pruebas apuntan a ella, debes atacar primero o ella acabará contigo.

Justo en ese momento escuché un ruido la puerta de la entrada, el sonido de la cerradura me advirtió de la falta de tiempo. Me levante, cogí un cuchillo y me acerqué a la puerta.

Cuando Amity entró se acercó a darme un beso, lo que aproveche para clavarle el cuchillo en el cuello.

Al caer su cuerpo vi que de su bolsillo salía una bolsa con más pastillas, lo sabía, ella quería volver a intentar envenenarme.

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Hacía tiempo había comenzado a sospechar de mi mujer. La veía murmurando por la casa, con la mirada perdida, pero siempre que la preguntaba ella decía que hacía un repaso de las cosas que tenía que hacer.

Cuando su hermana murió en aquel accidente de coche ella no se veía triste, más bien confusa y poco después distante conmigo. Una semana más tarde nuestra vecina murió, según la policía, en un robó que salió mal.

Debí haber sospechado que fue Luz pero no creí que fuera capaz de dañar a la gente que quería. Continué con mi rutina, ir a la farmacia tras salir del trabajo y después a casa.

Al entrar en casa la vi en la entrada, esperándome. Me acerqué a darle un beso cuando repentinamente me clavó un cuchillo en el cuello y en mis últimos momentos de vida, entendí que ninguna de las muertes habían sido casualidad y que Luz hacía tiempo que fingía tomar sus pastillas para la esquizofrenia.

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No todas las historias de amor
acaban con un "felices por siempre"