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Sangriento

Había leído un sin números de libros de fantasía, que me habían permitido conocer un sinnúmero de seres sobrenaturales inmortales, que podían sanar fácilmente, y era gracioso, puesto que ahora mismo estaba intentando descifrar que creatura era Morte.

Lo había analizado una y otra vez, había intentado averiguar cómo es que su piel lastimada había curado en unas cuantas horas, era algo tan poco creíble que te podía hacer pensar que estabas loca, pero la certeza de lo que habías visto era mucho más grande, y yo sin duda había visto la sangre de Morte en mis uñas, había sentido su piel desgarrarse, y sobre todo lo había oído gruñir de dolor.

Lo miré por la ventana mientras estaba de espalda hacía mi con un arco en su mano ensayando puntería, era impresionante lo ágil que era con ella. Se aproximó un poco más hacia el senderó central y tiro del arco lanzando una flecha dándole en el blanco a un animal que no lograba distinguir muy bien hasta que lo arrastro haciéndolo visible ante mí. Un ciervo.

Arrugue la cara. Era lo único que comía a diario y aun no me podía acostumbrar a la idea que la carne que comía era eso. Un condenado ciervo.

El día estaba demasiado gris, frio, no me sorprendería que la lluvia empezara pronto, los árboles se mecían demasiado elevando unos pequeños crujidos de ramas secas quebrándose y cayendo a causa de fuerte viento.

Me aparté de la ventana y salí de la habitación por un vaso de agua sintiéndome aburrida, exasperada en estas cuatro paredes, tenía que dar gracias que Morte me había dado muchas libertades, para estar secuestrada simplemente esto estaba bien, odio con todas mis fuerzas ese cuarto oscuro, pero más odiaba a Morte, odiaba su silencio, odiaba que no me diera explicaciones, y también odiaba no poder descubrir la verdad por mi cuenta, porque el único que podía dármelas se negaba a hacerlo.

Me senté en el sillón y observé la puerta que se encontraba abierta, ya ni siquiera se molestaba en ponerle seguro, sabía que no podría escapar porque, aunque no esté amarrada y encerrada en un lugar en específico, era como si lo estuviera, solo que en un lugar más amplios con diferentes trampas a los alrededores. Me sentía como si estuviera viviendo los juegos del hambre en vivo y en directo.

Morte llego a la entrada de la puerta me observó, pero no dijo nada solo se limitó a tomar un cuchillo de la cocina y salió.

La curiosidad me carcomió así que me levanté y caminé hasta estar fuera de la cabaña y me arrepentí de inmediatito de haberlo hecho.

Tomo el cuchillo y lo enterró en el ciervo para desmembrarlo, sabía que ya estaba muerto, pero aun así no me quede a ver, era espantoso. Me adentre a la cabaña nuevamente y decidí entrar a la habitación para ver si había algo de ropa, necesitaba darme un baño, no sabía cuantos días exactamente llevaba sin bañarme, pero agradecía que el clima fuera frio y que el sudar no estuviera en el día a día.

Busque por todos lados hasta que me fije que debajo de la cama la punta de un saco sobresalía, me acache y lo arrastre con la mano en el pecho asustada de que no fuera lo quería ver. Lo abrí cuidadosa, y dentro de este me encontré con un montón de prendas para vestir, miré con extrañeza. De donde pudo Morte haber sacado todo esto, mías no eran. Me asuste de tan solo pensar que había matado a muchas personas antes que mí, observé la ropa hasta el último detalle y hay me halle con etiquetas. Era ropa totalmente nueva. La habrá comprado para mí.

Negué para mí misma sacándome esa idea de la cabeza tomando una muda de ropa y.... madre mía había ropa interior también.

Las miré con horror, sin embargo, al ver las etiquetas las tomé.

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