DESPEDIDA

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-18 de septiembre-
Carla, Irene y yo estábamos comiendo un helado en la plaza del pueblo en el que viviamos, un pueblo pequeño y acogedor, pero con el espacio suficiente para nuestras tonterias y locuras, esas que tanto habíamos hecho en este verano y que pensabamos seguir haciendo en cada momento libre cuando empezásemos nuestras carreras.
Entonces Carla mostró una mueca en su cara, como de dolor, y dijo;
-Jo, chicas, qué dolor de cabeza da tomar tanto helado seguido.
-¡Pues no tomes tanto, bruta! -exclamó Irene.
Yo limité a reir ante esa situación y seguí comiendo mi helado y pensando en mis cosas; tenía 18 años recién cumplidos, había tenido dos novios en mi vida, uno fue un completo desastre...Dylan, el compañero de intercambio...y con el otro teníamos 5 años, hace tanto tiempo que ni me acuerdo de él, debió de mudarse, porque si viviese en el pueblo le conocería. El caso era si iba a encontrar novio algún día, lo dudo, una chica pelirroja, pelo rizado, ojos azules, muy palida, normalmente no era el prototipo de la mayoría de chicos pero ya no fisicamente, sino mentalmente, yo pienso que una relación tiene que contener amor y confianza entre ambos y normalmente el amor y la confianza solo lo tiene un componente de la pareja, o a veces ninguno, el "amor" es así.

De repente se levantaron y dejé mis pensamientos para otro momento. Ya eran las ocho y media de la noche y al día siguiente teníamos el primer día de universidad, así que nos despedimos con un abrazo, esperando vernos en cuanto terminásemos las clases para contárnoslo todo.
Fui andando hasta mi casa, donde estaba mi madre en la cocina preparando la cena, mi padre en el salón terminando de ver las noticias y mi hermana pequeña, Lucía, haciendo un dibujo para una amiga, como toda niña de 7 años haría. Mi padre me miró al oír la puerta y mi hermana salió corriendo a abrazarme, mi madre me avisó de que estaba en la cocina y yo fui a darle un beso, mientras ella me preguntaba que tal lo había pasado con las chicas, mi padre también me dio un beso, ya que a él no le había visto en todo el día y fui a cambiarme.
Subí a mi habitación, me puse un pijama, me hice una coleta y bajé contenta para cenar. Cenamos todos juntos mientras todos me preguntaban si estaba nerviosa por el primer día de universidad, yo les decía que no, pero realmente estaba bastante nerviosa porque no conocía a nadie y me daba miedo como me juzgasen. Terminé y con permiso me fui a la cama, cada vez estaba más cerca el día y cada vez estaba más nerviosa, por lo que me costó encontrar el sueño, pero lo conseguí y dormí.

EL SONIDO QUE HACEN LAS BALLENASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora