Amnesia [l.r.h.]

XII

Por eso no recordaba a Emma. La pequeña no tenía si quiera los cinco años cuando a May le sucedió esto. Es posible que no se acordara de su nacimiento, de su época del caramelo, sus primeras palabras o incluso sus primeros pasos.

No quisiera ser ella ahora mismo, y aunque suene terrible es la cruda realidad. ¿Cómo puedo obligar a May a recordar a su hermana pequeña?

—¿Entonces tampoco recordará la muerte de su padre?

—Es muy posible.

—¿Cómo reacciono yo ahora cuando pregunte por su padre? No puedo decirle que está muerto... ni si quiera recuerda a Emma, y antes eran como uña y carne. —la voz se le va apagando conforme ha ido hablando y no pudo evitar dejar salir un sollozo al enjugarse las lágrimas.

Es una mujer admirable por el simple hecho de que ni incluso en momentos como estos, se permite derrumbar. Pese a que su hija ha despertado después de tanto tiempo y no recuerda gran parte de su vida, no quiere derramar ni una sola lágrima en su presencia para no angustiarla.

Nada más irse los médicos a corroborar el estado de Madeline, su madre me guía hasta fuera de la habitación y cuando se asegura de que al fin estamos solos, derrumba al fin sobre mi pecho. Intento tranquilizarla, diciéndole que todo esto es solo temporal, que recordará todo, que solo necesita tiempo.

—Ya ha perdido mucho tiempo Luke, y ella también se merece ser una chica normal de diecinueve años.