19: Objetivo no logrado

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RVR 1960 El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.

TLA Las palabras que salen de tu boca muestran lo que hay en tu corazón.
Lucas 6:46

Capitulo 19

Había algo que le preocupaba a la profesora Marcela, que a pesar de estar ocupada con tantas obligaciones no pudo dejar de notar. Observó con cierta curiosidad el comportamiento extraño del chico tímido y la rubia enojadiza. El lunes en clase de escritura ni siquiera hablaron. El jueves ni se miraron en el club de teatro, el viernes no fue mejor. La profesora intento ponerlos a trabajar juntos en alguna cuestión de utilería, pero él se mostraba esquivo. Ella recordaba que hasta no hace mucho los dos jóvenes se sentaban a reírse "disimuladamente" de los ensayos. Ese viernes al terminar la joven rubia se acercó.

—Profesora, voy a salirme del club de teatro.

Le había escuchado amenazarla muchas veces con un "No vendré más" pero ese particularmente sonaba diferente. No era una amenaza, no venía con una exigencia. Era un simple y llano aviso.

—¿Que? No me digas eso ¿Por qué línda? ¿Por qué?

—¿Por qué? –sus ojos barrieron el piso, mientras buscaba una respuesta– Porque ya no quiero venir. No tiene sentido –Sonaba casi fastidiada, muy desanimada.

—¿No tiene sentido? ¿De que hablas? Hablé con tus profesores, ya estamos terminando el trimestre y con los puntos extra no reprobaras ninguna materia. Se sincera y dime que ocurre– Pidió la mujer, atónita.

—Ocurre que simplemente ya no quiero venir más. Yo veré como haré con mis calificaciones el siguiente trimestre, no soportó esta obra. Ya ni siquiera me gusta.

—¿Pero por qué? Si todo está quedando espectacular. Cualquier cosa que no te guste podemos hablarlo... ¿O es por lo que pasó con Héctor? ¿O porque Siena...?

Amberly la interrumpió, al borde de perder la paciencia.

—Nada de eso profesora. Simplemente ya no quiero venir, ya tomé la decisión.

—¿No hay algo que pueda hacer para que lo reconsideres?

No, no había. Lo dejo en claro y se despidió. La educadora se quedó con un sabor amargo de boca.

Pero ¡Era lo que más tenía sentido! Ya no tenía nada que hacer allí. Ya no formaba parte de esa obra. Daniela era muy feliz entre el baile y la actuación, y ella ya no se atrevía a comentar nada debido a las miradas insufribles de odio eterno que le lanzaría Daniela, y que de hecho le lanzaba de cuánto en cuanto. Lo único que tal vez podría hacer era ayudar con la escenografía, cosa de la cual tampoco le quedaban ganas por no sufrir el silencio de Daniel... ¡El silencio de Daniel! Siempre le parecio que él tenía buen juicio, y si ahora no le hablaba eso estaba en su contra.

Se burló de si misma ¿Y desde cuándo a ella le importa las miradas de odio de no se quién o el silencio y rechazo de no se quien más? ¿No estaba acostumbrada? ¿No siempre se jactaba de importarle nada la opinión ajena? ¿No era su propia opinión la única que valía? Según ella Daniela no era inteligente ni tenía nada que apreciar, lo que pensara de ella no era realmente importante. Daniel tal vez era tan tonto como su hermana.

Pero si era así ¿Entonces por qué estaba tan triste?

Y enojada.

¡No debieron haber leído ese cuaderno! Solo bastaba un cuarto de página para saber que era personal ¡Muy personal! Lo que decía allí eran cosas que nadie debería saber, cosas que ella jamás le gustaría compartir con otra persona. Le hervía la cara de solo pensar en que los mellizos hubieran leído cada página, desde el principio hace dos años, hasta el final –¡Le quedaban tan pocas páginas para terminarlo!– ¿Habrán leído lo de...? Y lo que pasó cuando... Y sus supociones sobre... Y lo que sentía por... Quería golpearse la cabeza contra la pared ¡No! ¡No por favor!

GraciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora