Anota en tu libro todas las veces que he huido; tú bien sabes las veces que he llorado.
Salmo 56:8 TLACapitulo 20
Su hermana lloraba y lloraba y Julio no tenía ni la más pálida idea de que hacer. Su corazón se había vuelto chiquito al escucharla, y no pudo evitar que sus propios ojos se cristalizaran. No había visto a Amberly llorar así desde que era pequeña.
No pudo decirle que dejara de llorar, no se le ocurrió ninguna palabra de consuelo y no creyó que serviría intentar meterle pensamientos felices en la cabeza ¡Aunque lo único que quería era eso! ¡Que sonriera! Detestaba lidiar con gente triste. Solo hizo lo único a qué a un hermano afectuoso pudo ocurrirsele en un momento así, la rodeó con los brazos y la atrajo hacia él, para que ella llorara en su hombro y empapara su sueter todo lo que fuera necesario.
Hace unas horas, a medio día cuando llegó de la escuela la había notado de un humor extraño e irritable. Subió y estuvo en su habitación, no quiso almorzar. Entrada la tarde, bajo y se sentó en la escalinata del patio inferior, seguramente a ver sus flores y dibujarlas, algo que hacía a veces. El pensó que era el momento de indagar que ocurría. Muchas veces, cuando alguien no se acerca a ti por motivación propia para decirte lo que le pasa, difícilmente podrás saberlo preguntandole "¿Que te pasa?". Normalmente esa pregunta tendrá un "Nada" como respuesta ¡Y eso era molesto porque fue justo lo que le respondió! No quería que Amberly empezará a guardarle secretos... Si es que ya no le guardaba alguno. La presionó para que le diera una respuesta, y su respuesta fue el llanto.
Profundo y sentido. La chica ya ni siquiera podía hablar, tenía el rostro rojo e hinchado. El corazón punzante, abierto y doloroso. Él no pudo decir ninguna palabra de consuelo, porque no sabía lo que pasaba y aún si lo supiera no encontraría las palabras. En su memoria guardaba los recuerdos de una niña feliz, y se preguntaba que había pasado con ella. Desde que se había ido a la universidad, cada año la veía menos y menos. Y ya no la veía. Solo a una chica cáustica y amargada, y ahora, llorando.
Cuando el llanto menguo, y podía escucharla sorberse la nariz, él le pregunto;
—¿Alguien te hizo algo?
—No... no hoy. Nadie me hizo nada... Ya no quiero ir más a la escuela Julio. Solo quiero que termine, solo quiero quedarme en casa.
La chica escondió su rostro en el hombro de su hermano, buscando refugio. Sus lágrimas habían cesado, pero Julio sintió en el corazón que él sería el que lloraría ahora.
Le concedió su deseo, esa era la última semana de clases antes del fin del trimestre y no asistió. Además retraso un par de días su regreso a la casa de su tía. Luego de ese día en lugar de ir a clases Amberly se despertaba hasta tarde, no salía de su cama hasta una hora después y tenía el ánimo por el suelo. Se negaba a ser clara acerca de la razón de su desánimo, "Frustración general" era su respuesta como si fuese una escusa perfecta. Estaba cansada de todo, de la escuela y de los alumnos. Le revivió una vez más lo ocurrido hace dos semanas, cuando Héctor la humilló frente todos. A él le había parecido incluso cínico el desinterés que ella mostrado sobre eso, como si no tuviera importancia y fuera hasta divertido, pero Julio ahora estaba convencido de que solo intento ocultar sus sentimientos hasta que explotaron. Había encontrado su respuesta allí.
Cómo fuera, la idea de irse y dejarla así ya lo tenía enfermo.
¿Y ahora que podía hacer? Su tía ya lo estaba esperando y le advirtió que de atrasarse una semana más le darían el empleo a otra persona... Y de todas maneras no podía permanecer tanto tiempo allí. Su padre lo molestaba con eso de "mantenerse él mismo" desde aquella conversación y tenía que regresar a la universidad. No podía congelar el semestre. Decidido conversarlo con su madre, sin muchas esperanzas de nada pero con la convicción de que era lo correcto. Al principio obtuvo la reacción que esperaba, parecía sufrirlo mucho. Sí, al principio parecía mortificada, pero entonces luego entendió el motivo de esa mortificación;
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Gracia
Fiksi RemajaSegún ella, la vida no le estaba dando más opción que ser lo que era. Una desencantada adolescente, malhumorada y sin sueños ni ánimos para el futuro. Cuando conoce al chico nuevo, que parece ser aficionado a su banda favorita -esa que marcó su inf...