18: Ellos lo habían leído

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Capitulo 18

-¿Cómo es que siempre ganas?- pregunto exasperada, revisando de la hoja de su hermano que toda la información estuviera allí. Todas las hileras estaban llenas ¡Y su caligrafía era excelente!

Estaban jugando stop y no, él no se había inventado nada ¡Llenaba todas la fila en menos de un minuto y golpearía con su libro más grueso al que dijera que Julio no guardaba en su mente más información de la que era necesaria!

-¡Me se los datos de todas las letras de memoria!- Respondió el con humildad.

-¡Yo también y siempre pierdo!

Julio se echó a reír.

-Sabes que, ya me cansé- y tiro su hoja a un lado, imitando al chico y echando la la espalda hacia el sofá como si su cuerpo pudiera fundirse en él.

-¿Que hacemos entonces?

Ly se encogió de hombros.

-Yo que se.

-Pues piensa en algo-Su hermana no reacciono. Era domingo ¿Que podían hacer?

-¿Por qué no salimos un rato?- Pregunto Margarita, despegando la mirada de su labor.

Los hermanos ladearon la cabeza para verla, ella estaba trabajando en una pequeña mesita bajo la observación de una lámpara apagada. Daniela el viernes, luego de terminar de jugar a la manicurista le pidió el favor de bordarle algunas flores sencillas en su traje de ballet. Ly que sabía bordar un poco, tomo el traje y no prometió nada. Sin embargo su madre la vio trabajar y decidió que irremediablemente había que ponerle lentejuelas, y como Ly rezongo -porque eso le tomaría más tiempo- la quito del asiento y ella misma se puso manos a la obra. Margarita tenía una habilidad natural para ponerse al servicio, incluso si no conocía a la persona y no recibiría nada a cambio. La luz del día entraba por cada ventana e inundaba la sala.

-¿A dónde?- indagó Julio, aparentemente no convencido.

-No se, hay tantas cosas bonitas en la ciudad...

-¿La feria?- Recordo el chico. Su hermana se quejo-¿Todavía no superas tu vertigo?

Margarita suspiro.

-Todavía recuerdo mi primera cita con su padre allí mismo. A veces lo veo por fuera, no ha cambiado en nada...

Ambos creyeron que tendrían que escuchar de nuevo la historia de como sus padres se conocieron, cuando Roberto tenía un mejor temperamento y Margarita solo era una romántica empedernida. Pero su madre apenas escarbó superficialmente, y luego exclamó;

-¡Está terminando!- Se levantó para mostrar entero el traje. Amberly vio con admiración las pequeñas piedritas brillando a la luz del sol. Su madre se acercó por detrás del sofá y sujeto el traje por los hombros de su hija, dejándolo caer hasta su regazo. Dijo encantada;-¡Y a ti te quedaría precioso!

Ly rodo los ojos.

-Prefiero lanzarme del techo.

Julio asintió, enternecido.

-Te verías como una princesa.

-Pero como no soy una princesa, no quiero verme como una ¿Porque me pondría un traje de ballet? Si odio bailar.

Julio mascullo "¿Y que es lo que no odias?"

-Eso lo sacaste de tu papá- dijo Margarita alejando el traje- Por qué definitivamente no de mi.

-Ni de mi. No soy bueno pero me gusta bailar. Incluso he ido a clases de salsa.

Ambas lo miraron con las cejas alzadas ¡Eso no lo sabían! Y Margarita parecía no poder estar más feliz de descubrirlo. Su mamá pidió que se lo demostrara con hechos, y terminaron dándole a Ly una demostración del baile. Mientras se reía, solo pudo notar lo similares que eran su hermano y su madre en temperamento, e incluso en apariencia, ambos altos y de nariz respingada. Para Julio era más fácil mantener la paz con su figura materna que con la paterna. Cómo Ly detestaba los juegos de feria -Los extremos eran muy extremos, y los sencillos muy aburridos- y porque era la más pequeña del grupo, decidieron consentirla e ir al parque con Doggie. Subió a su habitación, tomaría un baño y se alistaría. Sentia una quieta alegría ante la perspectiva de tener algo cercano a una tarde familiar ¿Cuando había sido la última? La respuesta debía estar a años de distancia. Cuando bajo de nuevo entro a la cocina, Julio estaba sirviéndose un vaso de agua.

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