° one-shot °

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"Había empezado como un tonto juego de tu parte; venías a verme mientras intentaba descansar mi mente del trabajo con la magia".

Lisa rascaba su frente con algo de cansancio. No había dormido bien la otra noche por culpa de la irritante música que puso Violet para meditar. Estaba hecha un desastre y lo que tenía preparado para presentar ante sus maestros esa semana los iba a dejar boquiabiertos, pero eso también significaba que costaba más trabajo y, por ende, la estresaba más de lo que la noche lo había hecho.

Con todo el peso de su glorioso truco fuera de su ser, se encaminó a su lugar favorito en el patio de Presto, cerca de los costados izquierdos del pequeño mural enrejado que cubría toda la mansión y su terreno. Por lo general, era un espacio silencioso, tranquilo y perfecto para serenar su cabeza ya que sentía que palpitaba de tanto pensamiento.

Buscó un árbol con sombra para recostarse y, al momento de hacerlo, soltó un suspiro de total libertad, con sus ojos cerrados y las manos contra su estómago. Estaba lista para tomar una siesta.

—Hey, pequeña, jaja.

De pronto su paz fue interrumpida ese día y por varios, varios, varios días que vendrían más adelante, pero esto último no lo supo. Abrió los ojos hastiada ya de tantas molestias en un día, lista para encarar a quien sea que era ese tipo.

—¿Qué quieres, tú? —le preguntó con cara de pocos amigos al muchacho que estaba tras la reja. Un muchacho con los ojos verdes y una expresión de gracia, con los párpados bajos mostrando una mirada desafiante que combinaba con esa sonrisa burlona y de lado.

—¿Yo? Nada, solo decía lo que veía —alzó los hombros y señaló una flor—. Hey, florcita —luego señaló un árbol—. Hey, señor árbol —y luego a ella—. Hey, e-na-na. —sílaba por sílaba se lo dijo.

—Qué juego más entretenido —exclamó con falsa emoción para señalarlo de igual forma—. ¡Hey, tonto! ¿Cómo estás?

—De mejor humor que tú, al parecer —sin más, dejó de apoyarse en las rejas para caminar lejos de allí, no sin antes despedirse—. Adiós, rulitos.

—¡Rulitos tus vellos púbicos! —le gritó del otro lado mientras lo veía irse, pero se tapó la boca un segundo después—. Rayos, no quería decir una mala palabra, me siento sucia... —se sintió mal enseguida, y al momento de ver a ese misterioso chico doblar una esquina y perderse de su vista se volvió a poner a la defensiva—...espérame tantito, ¡fue su culpa, yo nunca digo malas palabras!

"No te mentiré, realmente me disgustaba todo lo que tuviera que ver contigo y eso incluye también nuestras pequeñas reuniones".

Al siguiente día pudo descansar correctamente en la noche, eso significaba que estaba de mejor humor y ni los preparativos de su truco se lo arrebataron. Pero quiso volver a descansar un poco. Era cierto que no estaba de malas, pero sí quería relajarse un poco.

De igual manera...

—Hola otra vez, pequeña.

En la misma posición que el otro día, con los ojos cerrados y con las manos en su estómago. Y volvió a levantarse para confrontarlo.

—Bien, es obvio que no pasaste aquí por coincidencia. Dime qué quieres. —le ordenó secamente.

—Veo que estás de mejor humor que ayer. —le había importado poco decirle lo que quería.

—Y lo estás arruinando, ya solo dime qué quieres, bastardo. —le pidió cansada.

—Wow, ¿bastardo? No es correcto que una dama hable así, enana.

tras la reja ;; ° presto! escuela de magia °Donde viven las historias. Descúbrelo ahora