CAPITULO VEINTIDOS - ZONCO

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GUILLERMO

Solo nos hemos besado, pero el corazón me palpita como si hubiese corrido un maratón. La he echado de menos, muchísimo, pero a sus besos también.

- Mañana vas a desaparecer, ¿verdad? – me pregunta Carmen mientras seguimos bailando.

- Sí – es lo único que puedo responderle, porque el resto de palabras sobran.

- Podríamos pasar nuestra última noche juntos, sabiendo que no vamos a volver a estar así otra vez – me dice ella.

- No creo que pueda, Carmen – le susurro mientras comienza a sonar otra canción de Morat, concretamente Estoy tan arrepentido.

- ¿Ya no te gusto?

- No te atrevas a pensar algo así nunca más. Me vuelves loco y esa es la razón por la que no puedo – le confieso.

- Os he visto bajaros del coche cuando habéis llegado. ¿No vais a entrar a la sala? – nos interrumpe Marta, la señora que conocimos en la iglesia.

- Nos encanta este grupo y no pudimos evitar ponernos a bailar – se disculpa Carmen por los dos.

- ¿Morat? – se extraña Marta, aunque es un grupo bastante famoso.

- Sí, intentaremos que venga a tocar a nuestra boda – le digo, alcanzando un pellizco en la cintura por parte de Carmen, imagino que me estoy pasando un poco o, al menos, es lo que opina mi acompañante.

- ¿Os casaréis pronto? – nos pregunta Marta, igual de cotilla que desde que la hemos conocido.

- Mi familia es muy tradicional y no nos permite vivir juntos antes de la boda. Imagino que la familia de alguno de los novios también lo será, al fin y al cabo son bastante jóvenes – improviso, aunque es cierto que mi familia alemana es así y mi abuela española también.

- Casi todas las familias granadinas con un poco de clase son tradicionales, pero en la boda de hoy la novia se quedó embarazada y, desde que los futuros padres se enteraron, organizaron el casamiento.

- Supongo que sería la única fecha que encontraron libre en los próximos meses para poder celebrar la ceremonia. Muy inteligente por su parte – me atrevo a decir.

- ¿No te has dado cuenta de la barriguita de la novia? – me pregunta Marta que ha empezado a ignorar a Carmen.

- No he podido verla muy bien. Yo creo que esperaría a casarme después del nacimiento de mi hijo. Por nada del mundo sometería al estrés de organizar algo así a la madre de mis futuros hijos – le digo para que no siga preguntando por la barriguita de la novia.

- Sé que lo harías con buena intención, pero el ser madre soltera es mucho peor. ¿Tú qué opinas? – le pregunta Marta directamente a Carmen.

- Para evitar problemas, lo mejor es no quedarse embarazada antes de casarse – da Carmen una práctica respuesta.

- A veces puede suceder algún error, ya sabéis – nos insinúa Marta a los dos.

- Por eso he respetado a Carmen desde que nos conocemos – me adelanto a decir, esta mujer debe pensar que soy el tipo más raro que conoce.

- ¿No intimáis? – se escandaliza Marta y yo no puedo evitar soltar una carcajada.

- Sí, por supuesto que intimamos. Me atrevo a decir que disfrutamos mucho los dos, pero no mantenemos relaciones sexuales, evitando así los embarazos no deseados – continúo con mi explicación.

- Eso es interesantísimo – admite Marta.

- Mujer, ¿otra vez importunando a los pobres chicos? – la viene a buscar el mismo señor que en la iglesia.

¡VOY CIEGO! - TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora