Love-Hate

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Dicen que todos nacemos con un destino y un camino trazado, como una forma de justificar que no alcanzamos a ser aquello que queríamos o que ni siquiera pensamos en ello alguna vez, en lo personal, creo que todo es casualidad, sino fuera así, tendría mucho que reprocharle a aquel que traza los destinos.

Suelen decir que las cosas pasan por una razón, yo no le veía sentido, ¿ realmente era necesario el dolor para una gota de felicidad? el resultado no compensaba el proceso pasado, aunque realmente no era necesario que tuviera lógica, ¿Qué cosa en la vida lo tenía? 

Sin embargo, creer que no hay nada que nos espera al morir ni un sentido en nuestra existencia vacía me erizaba los pelos, no obstante, estoy vivo y debo seguir así.

Asignarle una razón a mi vida se convirtió en mi nueva motivación, ya no hay leyes ni una persona además de yo que resulte afectada por mis actos, con tanta libertad pero sin nadie alrededor, ¿Qué podía hacer?

Y de pronto surgió la idea, como un oasis en el desierto, limpiar al mundo de aquello que lastimaba no se escuchaba mal, hacer aquello que nadie se atrevía hacer, destruir lo que aprisionaba a las personas tras sus barreras, un estúpido sueño infantil que lo llenó de júbilo, porque a esas alturas lo único que le quedaba a cualquier ser humano era eso, una motivación para pasar el tiempo y llenar vacíos.

Su madre no estaba y su vida se convirtió en un infierno pero alguien debía pagar, si el karma no existía él se convertiría en uno, saciaría la sed de venganza que se albergó en su cuerpo aquel fatídico día.

Caminaba en círculos alrededor del bosque, pensando exactamente en que hacer y sumergiéndose en antiguos recuerdos, sobre todo aquel en el que cayó por quién no debía.


Su cabeza dolía por el golpe y sus extremidades se encontraban entumecidas, lo normal al caer de un gran árbol mientras dormía como una forma de alejarse de los muertos en la tierra.

Abrió los ojos con lentitud, sintiendo los rayos del sol  en su rostro congelado por la fría noche, acarició el césped bajo sus manos y lo vio, un rostro que lo veía fijamente, con una mueca en su rostro que le costo descifrar pero con un tacto dulce, el cual sintió cuando apartó suavemente la hoja sobre su cabello, con una suave caricia que hizo a su cuerpo templar y su corazón hundirse.

Allí supo que ya no estaba solo, pero viéndolo en retrospectiva, la soledad habría sido una mejor compañía. 


Se había unido a varios grupos antes del "incidente", todos peor que el anterior en cuanto a supervivencia, como personas eran lo mínimo que se esperaba de un ser racional, quizás por eso no sobrevivieron a la primera oleada. 

Sus brazos aún tenían la marca de la atadura y su vientre dolía por la quemadura, estaba marcado, peor que un animal, como si no pudieran oírlo gritar ni suplicar, les dio igual...Iría por ellos luego de atrapar a quienes lo apresaron en primer lugar, seres así no merecían existir.

El grupo al que lo llevó el muchacho era acogedor, sus brazos también lo eran al igual que el leve aroma que cargaba a limón, se mantuvo allí sin dar signos de despertar, después de estar alejado de contacto humano en tanto tiempo, no quería despegarse, tenía miedo de que desapareciese cuando lo hiciera.

La debilidad siempre la cargo consigo, aquello que le impedía proteger a otros, que condenó a su hermano, motivo por el que su padre no lo llevó consigo al refugio, estaba acostumbrado a ser protegido e incluso tomado de menos por otros, subestimado por su capacidad e ignorado muchas veces pero sabía que ellos estaban con él, con las buenas personas el ser débil era una garantía de supervivencia pero ya no podía serlo, la impotencia de su ineptitud lo consumía con cada día que pasaba.

El Cazador y la PresaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora