Mamá.

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Aún cuando Alex y William deseaban destrozar la tensión que los envolvía y finalmente entregarse en cuerpo y alma al contrario, siempre parecía existir una interrupción inoportuna. Esta vez, mientras Will acorralaba al contrario contra la pared más cercana y depositaba una serie de besos húmedos en aquellas sonrojadas mejillas, una llamada entrante quebró el ambiente para ambos.

Alex rió suavemente mientras el castaño enmarcaba un puchero en sus labios y caminaba de mala gana hacia la isla de mármol, donde yacía su teléfono. El nombre "Roier papá de Bobby #1" se iluminaba en la pantalla, William contestó con rapidez, sabiendo que Tallulah se encontraba desde temprano en la casa de los Lange. Alex se acercó con curiosidad, más Will solo mantuvo una conversación corta y educada, de no más de un minuto. El castaño cortó la llamada después de despedirse, suspirando suavemente con una sonrisa cansada.

—¿Quién era, Will?— Inquirió Alex, rodeando la cintura del mayor por detrás y apoyando su cabeza en la espalda ajena.

—Roier, parece que los niños se durmieron después de comer y es mejor que vaya por Tallu, aún no puedo dejarla dormir en casa de otras personas.— Alex asintió y se separó del cuerpo ajeno, acomodando su cabello y camiseta antes de tomar su teléfono y guardarlo en su bolsillo. Will arqueó una ceja extrañado, causándole una risa al azabache. —No me voy a quedar solo en tu casa, Will, iré contigo.

El más alto sonrió embobado, entrelazando su mano con la del azabache y tomando su billetera, encaminandose hacia el estacionamiento de la vivienda. Se encargó de abrirle la puerta del auto a su chico, riendo suavemente cuando Alex se sonrojó de forma intensa y le dedicó una mirada en blanco, subiéndose al vehículo mientras rodaba sus ojos. William rodeó el auto y se acomodó en el asiento del piloto, comenzando a manejar camino a la casa de la familia Lange.

—Alex, William, pasen, pasen, Tallulah acaba de despertar

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—Alex, William, pasen, pasen, Tallulah acaba de despertar.— Habló Cellbit apenas abrió la puerta principal, haciéndose hacia atrás para permitirle a los contrarios ingresar. William esperó a que Alex tomara la delantera, últimamente siempre se dejaba guiar por el más bajo, sin realmente saber por qué.

El azabache le dedicó una sonrisa al esposo de su amigo, mientras el más alto le extendió la mano de manera cordial a Lange, al ser la primera vez que se conocían. —Un placer conocerte.— Mencionó el castaño.

—El placer es mío, Alex nos ha contado maravillas sobre ti a mí y a Ro, pareces ser su tema de conversación favorito.— Alex se atragantó con la saliva mientras comenzaba a toser de forma desesperada, con un William agradeciendo tímidamente mientras le daba golpes delicados en la espalda al más bajo.

Antes de que Cellbit pudiera seguir avergonzando al contrario, Roier apareció al rescate con Tallulah entre sus brazos y la mochila de la pequeña colgada en su hombro. —Aquí está Tallulah, durmió una siesta y acaba de comer galletas y un vaso de leche tibia.

Tallulah sonrió y abrazó a su papá cuando aterrizó en sus brazos, limpiando sus mejillas llenas de migas de galletas, mientras, Alex tomó su mochila y abrazó a su amigo con suavidad. —Ro, te ves radiante.—Mencionó el azabache con un sonrisa, rodando sus ojos cuando Cellbit rodeó la cintura de su esposo con su brazo y lo atrajo gentilmente hacia él. —Claro, mi esposo siempre se ve radiante. —Roier golpeó la nuca de su esposo, mientras reía suavemente. —Sabes que se refiere a otra cosa, Cell.—

Cellbit llevo su mano al vientre de su esposo, acariciando con suavidad y marcando un beso en su mejilla. —Lo sé, lo sé, se refiere a esta cosita y a esta nueva etapa tan maravillosa.—
Roiee ríe y marca un beso en la mejilla de su hombre, viendo atentamente como William miraba la escena con atención y alternaba en admirar a Alex, mas no decidió mencionar absolutamente nada.

Los cuatro adultos y la niña se despidieron amablemente, mientras Bobby y Juana seguían dormidos como troncos en la sala, ya luego les tocaría a Roier y a Cellbit explicarles por qué Tallulah no se encontraba en casa.

William manejaba con Alexis a su lado y Tallulah en la parte trasera, viendo como el reloj del tablero marcaba las 5:30 pm

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William manejaba con Alexis a su lado y Tallulah en la parte trasera, viendo como el reloj del tablero marcaba las 5:30 pm. Sabiendo que Tallu había tomado una siesta larga, sería difícil hacerla dormir en sus horarios, por lo que pensó en pasar a un parque cercano y permitirle gastar parte de su energía jugando en algunos toboganes. Le comunicó la idea a sus dos acompañantes  y ambos accedieron con una sonrisa, deteniéndose en los alrededores del parque y tomando asiento en una banca con vista a los juegos, mientras la pequeña castaña corría por ahí.
Asi se mantuvieron por al menos 20 minutos, hasta que la menor se acercó de manera tímida a los dos mayores, William sabía qué deseaba, pero entendió que a su hija le daría vergüenza pedirle a Alex jugar con ella, así que la animó de forma silenciosa con una sonrisa tranquilizadora.

—Uhm... pa, ma- Miss Alex... ¿pueden jugad conmigo?—William notó ese titubeo, pero deseó atribuirlo al nerviosismo y pasarlo por alto si Alex y Tallulah así lo deseaban, aún, no supo distinguir si Alex fingió no notarlo o verdaderamente no se percató del hecho, simplemente asintiendo con una sonrisa y poniéndose de pie, acción que William imitó algo nervioso.

Juntos, decidieron jugar a las escondidas, con Tallulah contando de primera. La niña se puso a contar con sus ojitos cerrados, mientras William se escondía de forma cercana para poder verla y Alex se permitía alejarse un poco más. Para Tallulah, no fue complicado encontrar a su papá, aprovechando de asustarlo en el proceso, riendo cuando su papá soltó un grito agudo.
La castaña lo abrazó para tranquilizarlo, tomando su mano y guiandolo a través del parque mientras buscaban. A lo lejos, la pequeña pudo ver el borde de la sudadera gris que llevaba el azabache, sobresaliendo detrás de un tobogán. Tallulah corrió  hacia él mientras arrastraba a su papá con emoción, dando un saltito al llegar al escondite.

—¡Te enconte, mamá!

Silencio, silencio puro se instaló entre aquellos juegos, mientras la castaña retrocedía asustada y llevaba sus manitos a su boca, ocultandola, sin creer que aquel sonido provino de sus labios, antes de salir corriendo lo más rápido que sus piernas le permitían.

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 𝖬𝗋𝗌. 𝖲𝗆𝗂𝗅𝖾𝗒 𝗀𝗎𝗒. ★ 𝗤𝘂𝗮𝗰𝗸𝗯𝘂𝗿   𝗧𝗻𝘁 𝗗𝘂𝗼. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora