9 La Horrocrux

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-¿Eres una medimago? -preguntó Ron. Astrid miró alternativamente a Ron y a Hermione desde su asiento y asintió.

-Algo parecido. Soy médico, pero estoy especializada en casos mágicos.

-¿Y sabes lo que ocurre en todos los hospitales muggles? -insistió él, de forma un poco brusca.

-Ron, ya basta -Hermione le cogió de la manga-. Perdona, pero es que tenía una duda -le dijo a Astrid, mirándola con nerviosismo. Había conocido a la mujer en mitad de su arranque de furia, y no sabía lo que podía esperar de ella.

-Pregunta lo que quieras -le animó Astrid, sonriendo con amabilidad.

-Se trata de mis padres -Hermione le habló a Astrid acerca de la tortura que habían sufrido los señores Granger, y de su estado crítico. Astrid la escuchó muy seria, sin interrumpir, y finalmente preguntó por el nombre del hospital donde los señores Granger estaban ingresados.

-No es un mal sitio, pero me temo que en esa clínica no podrán atenderles como es debido, porque sus médicos no saben de la existencia de la magia ni de las heridas producidas por ellas.

-¿Y qué puedo hacer? Me han ofrecido llevarlos a San Mungo, pero no estoy muy segura de que allí puedan ayudarles. Además, ellos son muggles, no sé si... me preocupa que no estén a salvo.

-Tienes toda la razón. Deja que me encargue yo de eso -Astrid se puso en pie-. Si quieres, me ocuparé de que les trasladen a mi hospital, donde podremos hacerles las pruebas necesarias para saber cómo podemos ayudarles. Tenemos una unidad especial dedicada a la magia, la llamamos Enfermos Sin Tratamiento Conocido, y cuenta con un equipo de medimagos y médicos especializados en lesiones mágicas que se ocuparán de ellos. Yo misma formo parte del equipo de supervisión.

Hermione se había quedado sin palabras y asintió temblando.

-Gracias -susurró, sinceramente agradecida y aliviada.

-No me las des -dijo Astrid-. No hasta que tus padres salgan andando por las puertas del hospital.

***

Astrid había conseguido una beca para estudiar medicina, y el dinero también le permitía pagarse el alojamiento y los gastos personales. Eso supuso un gran alivio, porque tras el encuentro con los mortífagos en el orfanato, Severus y ella se habían distanciado.

Severus no quería ponerla en peligro, temeroso de que le estuviesen espiando, y además, su inseguridad y falta de confianza le hacían pensar que Astrid se sentía obligada a seguir a su lado, debido a la culpabilidad y al agradecimiento que sentía, por haberle salvado la vida.

Por otro lado, a Astrid le costaba aceptar el nuevo papel que Severus tenía como mortífago. Se sentía inmensamente culpable por haber ocasionado su entrada en el bando tenebroso, y tampoco le gustaba saber de las misiones que él se veía obligado a hacer.

En muchas ocasiones se pelearon al respecto, sin que ninguno quisiera entender el punto de vista del otro, y finalmente, cuando cumplió la mayoría de edad y la dejaron salir del orfanato, Astrid movió sus cosas al Colegio Mayor de la universidad, en lugar de mudarse a la Calle de la Hilandera, y ambos dejaron de hablarse por una temporada.

No obstante, se echaban mucho de menos. Nunca habían estado tanto tiempo sin saber el uno del otro, y el repentino distanciamiento les resultaba terriblemente doloroso.

Y un día, después de estar ausente por una misión, Severus regresó a su casa, herido, y descubrió con sorpresa que Astrid estaba sentada en los escalones de la puerta principal, esperándole.

La familia Snape (Severus x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora