⚠︎ ⃟💒 𝐂𝗛𝗔𝐏𝖳𝝚𝐑 𝗢𝖭𝚬

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El ruido de la televisión prendida se escuchaba por todo aquel elegante departamento, el cuál poseía una decoración delicada y agradable a la vista, siendo una combinación de la suave fragancia de frutos rojos que se podía sentir por todo el depar...

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El ruido de la televisión prendida se escuchaba por todo aquel elegante departamento, el cuál poseía una decoración delicada y agradable a la vista, siendo una combinación de la suave fragancia de frutos rojos que se podía sentir por todo el departamento.

Una femenina de cabellos rosas y unos ojos violetas como la amatista se levanto del sillón color vino, que se encontraba situado al frente de aquel aparato que ahora mismo mostraba una película de acción y romance, una muy cliché por cierto; bueno, a los ojos de la femenina.

— ¿Cómo es posible que alguien se enamore, solo por que lo viste cinco segundos? --hizo saber su inconformidad al conejo de peluche que tenía entre sus brazos.-- nunca voy a entender estás películas señor bigotes.

Si, el nombre de aquel peluche era "señor bigotes", muy usado, pero no la culpen, ese adorable peluche la acompaño toda su infancia, adolescencia y parte ahora de su estaba de pre adulta, ya que si, ella tenía 21 años y se encontraba estudiando filosofía y psicología. Siempre habia amado la materia filosofía y por eso mismo dedico gran parte de su adolescencia en investigar está curiosa materia. Lo mismo pasaba con psicología; siempre le llamo la atención y curiosidad el como trabajaba la mente humana, sumando que quería ayudar a las personas.

Aburrida de ver aquella película, dejo con delicadeza el peluche a un lado y se levantó, con dirección a la cocina. Allí, busco en el almacén algo para comer y oh, vaya sorpresa, no tenía nada. Mentalmente se maldecía por tener un gran apetito.

— Diablos, no quiero ir a comparar, pero si no lo hago moriré de hambre -- he allí su gran debate, ir o no ir. Al final se decidió por ir, su hambre pudo más.--

Sin muchas ganas, fue hasta su habitación y se puso una chaqueta de color negro, está era formal y a la vez calentita, a su vez, tomo un paraguas. Afuera llovía y por lo mismo el aire estaba muy fresco, y ella no deseaba tener luego un resfriado, ni mucho menos mojarse.

Con llaves en mano, el dinero en los bolsillos y un paraguas, salió de su comodo departamento, hecho llave y emprendió su camino al mini supermercado que se encontraba cerca de donde ella vivía. Agradecía esa gran suerte de haber elegido un lugar donde vivir con un mini supermercado cerca.

Al llegar, fue directo hacia la sona que necesitaba, está zona eran las de galletas, cereales y muchas otras cosas más. Ahora que estaba ahí, haría la compra de lo necesario y de paso, compraría cosas para atender heridas, ya que si, suele lastimarse entrenando o cocinando; no tiene buena mano para esto último.

Con todo en el cesto, fue a pagar en la caja. Ahí tuvo que hacer una larga fila que casi la hace envejecer y sacar canas verdes. ¿Por qué canas verdes? Por qué había una vieja más insoportable que ella cuando se levantaba a las cinco de la mañana para poder prepararse e ir a la universidad a las seis y media. En fin, cositas.

Después de una larga fila y escuchar una vieja quejarse hasta del aire que respira, por fin pudo pagar todo lo que llevaba y tan rápido como pudo, salió del bendito lugar, esperando no volverse a encontrar con esa vieja rompe tímpanos. Mirando lado bueno, la anécdota quedará.

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⏰ Última actualización: May 10 ⏰

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