Vacaciones en plenitud al fin. Haerin había terminado de recuperar sus materias y yo de aprobar los cursos obligatorios del último año de secundaria. Por desgracia el humor del ambiente no estaba relacionado con vacaciones. Ya se habían cumplido tres meses desde el fallecimiento de mi padre, nadie parecía contento por eso. Especialmente yo. Sin la escuela para mantener ocupada mi mente, pensamientos que creía que ya no eran un problema volvían a mi mente como recuerdos borrosos.
Lo que mas me marcó fue una acción. El dia viernes de mi primera semana de vacaciones reales, hice lo mismo que todos los demás. Salí a dar una vuelta en bicicleta, compre algunos dulces y volví a casa para ver una película. Alrededor de las seis de la tarde me senté en el porche a esperar. ¿A esperar qué?
La verdadera pregunta era: ¿A esperar a quién?
Pues a nadie más y nadie menos que mi papá.
Ni siquiera lo pensé, y tampoco cuestione mi posición incluso después de una hora esperando nada al parecer. Solo estaba esperando.
Si ese hubiese sido un dia viernes de mi primera semana de vacaciones normal, mi padre hubiese llegado a las seis y media con pizza y refrescos para celebrar un merecido descanso y la aproximación de tiempos más cálidos. Pero eso no iba a suceder porque él no iba a llegar. Espere y espere antes de darme cuenta de que nunca llegaría.
No se que horas eran, pero el sol ya comenzaba a ocultarse. De pronto Haerin estaba sentada a mi lado. Puso algo en mis piernas y sentí calor de inmediato. Agradecí en voz baja por el suéter.
—¿Esperas algo? —Preguntó.
—Un paquete, pero creo que no va a llegar.
Asintió lentamente. La interacción parecía tan normal que casi se me olvidaba la discusión de días anteriores.
—Gracias por acompañarme.
—No quería hacerlo, tu abuela me obligó a traerte un suéter. Cuando quise entrar me miró por la ventana y me hizo señas pasivo-agresivas para que me sentara y fingiera que me importa.
—Tienes la libertad de irte entonces.
Se quedó callada pero no se fue. La vi mover sus pies y pensar un buen rato.
—Esta bien, te mentí. Sí me quería quedar.
—Ja. —iba a burlarme, el problema es que no tenía ganas— De todas formas ese paquete no llegará hoy.
—Sé que no es un paquete.
—¿Por qué mentiría?
—Porque te da vergüenza la verdad.
Haerin tenía una forma peculiar de hablar. Siempre directa, y si le daba rodeos a algo no tardaba en llegar al punto. Me daba escalofríos porque era dulce e imponente a la vez, como si supiera cada uno de tus pensamiento y pudiera hacer lo que quisiera con eso.
—¿Qué intentas decirme?
—Quería seguir molesta, pero también quería despedir a papá. —Se rió levemente— Ahora sé que cuando yo lo despedía, tú lo recibias. Y si estoy en lo correcto, una semana antes de terminar las vacaciones te despedias de él porque tenía que irse a trabajar.
Asentí, desde que inició la conversación sabía que ella sabía que estaba esperando a mi papá, y desde que comenzó a explicar su punto lo entendí por completo. Pero de cierta manera esperaba que hacerme la tonta evitara un acercamiento entre ambas. No sabia a que le tenía miedo, pero llegar a acercarme más a Haerin me aterraba, sin embargo, provocar que me odiara también me inquietaba.
—Entonces yo me sentaba en el porche a esperarlo. No somos tan diferentes, Hyein.
Claro que no éramos tan diferentes. Ella era mitad yo, y yo era mitad ella. De todas formas, seguía sin saber si quería dar ese paso. Había descubierto que podía sentirme aún más sola de lo que creía posible y no planeaba vivir en aquel sentimiento.
Disimuladamente mire hacia atrás. Mi abuela estaba parada en la ventana. Haerin no mentía. De la misma forma me hizo señas, obligándome a volver a mi conversación con Haerin.
—Lamento lo del otro día. Bueno, lamento lo de muchos otros días. —No me digne a mirarla— Es solo que llegaste de repente y me sentí celosa por mis abuelos, y por mi vida, supongo. Aún no se muy bien qué pasa conmigo, pero no tienes la culpa de nada de lo que me está ocurriendo. Así que, perdón, en serio.
Y ella comenzó a reírse. Una risa tranquila, pero aun así una risa. Finalmente pude mirarla, mi timidez se había esfumado. Haerin era buena haciendo sentir a la gente cómoda y desquiciada de un segundo a otro, o peor, ambos sentimientos en conjunto.
—Bien, ríete. La próxima vez no me disculpare incluso si te rompo un brazo.
—Gracias, Hyein. Yo también lo siento.
—¿Qué? ¿Por qué? —En ese momento temí que hubiese tomado personal la broma sobre el brazo. Por una fracción de segundo vi al menos dos de mis huesos fracturados y a una Haerin negada a disculparse.
—Por agobiarte. —No esperaba nada, mucho menos eso— Fui egoísta por solo pensar en mi y en la mala suerte que estaba teniendo. Cuando llegué aquí solo pensaba en intentar mejorar algo en mi vida. No pensé en ti y en que posiblemente no tenias ganas de conocerme, o más bien, en que quizá simplemente tambien estabas abrumada despues de tantos cambios. Tu misma lo dijiste, tienes tus asuntos. Así que lo siento, por sacarte de tus casillas y demás.
Ahí entendí por qué Haerin se rió después de mi disculpa. Seguramente se estaba disculpando de corazón al igual que yo, y tenía bastante razón en cada palabra dicha. Pero una vez dicho en voz alta no me parecía tan grave como para que tuviera que disculparse.
Aunque seguía sintiendo que mi disculpa era necesaria.
—También te reíste. —señaló.
—No creo que merezca una disculpa por eso, pero gracias de todas formas. Por considerar mis sentimientos a pesar de que te trate mal.
—Todos tenemos nuestros momentos, no te preocupes.
Ahí, sentadas una a lado de la otra en el porche de mi casa, sentí que la vida podía ser mejor. No extrañe menos a mi papá, pero presencié la posibilidad de tener un futuro feliz.
Mientras miraba la calle vacía con una sonrisa en el rostro, una motocicleta se detuvo en el jardín. Era un repartidor de pizza.
—Entonces si esperabas algo. —Bromeo Haerin justo cuando mi abuela salió a recoger el pedido.
Me reí a carcajadas. Tenía tantas ganas de reír y no lo sabía. Así como el ser humano necesita llorar, también necesita reír. Lo anoté en mi nota de descubrimientos mental.
—Entren ya, hace mucho frío.
Cenamos tranquilas. Charlamos y nos sonreímos genuinamente. Incluso le di las buenas noches a mi media hermana. No todo estaba perdido, comenzaba a entrar en un terreno desconocido pero agradable.
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Sempiterno 《Lee Hyein + Kang Haerin》 Newjeans
FanfictionDespués de la muerte de su padre, Hyein y su madre descubren que no eran su única familia. "Un momento puede cambiar tu día, un día puede cambiar tu vida, y una vida puede cambiar el mundo..." -Buda. Fecha de publicación: 21 de Octubre del 2023