Volver a verlo y tan cerca alteró la química en el cerebro de Edgar, cómo podía verse tan bien?
- Yo...
- Te pregunté si estabas bien?
Esta vez no se había quedado dormido en el autobús verdad?
- Sí, solo...
- Solo...?
- Nada, lo siento, te golpee cuando me senté?
- No, solo estabas como ido, como si estuvieras en trance.
- No, solo... fue un... fue un día difícil.
- Entiendo, bueno, sea lo que sea ojalá se solucione.
- Gracias.
- Seguro.
Edgar estaba inquieto, sentía que era su momento para entablar una conversación, tal vez era una señal del destino, no siempre podía irle mal.
- Oye...
- Sí?
Y ahora que le decía?
Bajo la mirada y noto una especie de mochila ancha, parecía un rollito gigante, así que decidió encaminar hacía allí la conversación.
- Haces ejercicio?
- Sí, baile.
- Lo sabía!
- Disculpa?
Lo había dicho en voz alta?
- Me refiero a que, si lo parece.
- Sí parece que bailo?
- Ajá.
- Y cómo lo supusiste?
- Por tu cuerpo.
- Mi cuerpo?
Oh no.
- Me refiero a que... bueno...
- Estamos sentados y esta cosa tapa todo, como haz visto mi cuerpo?
- Es por el otro día cuando... amm...
- El otro día?
- Te vi hace algunos meses, igual en un autobús, y bueno, yo...
- Me observaste con detenimiento.
- Algo así... Se escucha muy creepy?
- Sí, pero... no me haz visto en el gimnasio o si?
- No, solo hace unos meses en el autobús.
- Ah, es que, en el gimnasio al que voy hay un tipo que acosa a prácticamente todos los que asistimos, es el acosador panda.
- El acosador panda?
- Sí, siempre está vestido como en blanco y negro, pero de verdad parece un panda, da miedo, sobre todo cuando se acerca a los aparatos que acabas de usar y recolecta... sudor.
- Eso es asqueroso.
- Lo sé, ya lo hemos reportado varias veces, pero el tipo sigue viniendo.
- No estará loco o algo así?
- Lo esta, de eso no cabe la menor duda.
- Y... a ti también te ha...
- Acosado? Sí, al inicio, ya no tanto, dicen que no soy su tipo.
- Que locura, de quién no serias el... me refiero a que... bueno... no eres... no que yo... es que... bueno... y saben quién es el sujeto?
El chico sonreía.
- No, casi siempre lleva el rostro cubierto, por eso te pregunté... aunque ahora que lo pienso aunque lo fueras no me lo dirías.
- No, pero de verdad no soy yo, hasta hoy no tenía tiempo ni para ir al baño, menos a un gimnasio a acosar personas.
- Por qué no tenías tiempo de nada?
- Por la escuela y mi trabajo.
- En qué trabajas?
- Trabajaba en un restaurante.
- Renunciaste hoy?
- No, el lugar quebró y tuvieron que cerrar, hoy nos dijeron y fue... mi último día.
- Lo lamento.
- Descuida.
- Y... necesitas un nuevo empleo?
- De hecho si, necesito pagar la universidad, solo tengo media beca.
- Bueno... qué sabes hacer?
- Bueno, en el restaurante aprendí bastante de limpieza, servicio al cliente, atención y algo de cocina.
- Bien, un amigo esta haciendo su propio negocio, le diré sobre ti.
- En serio?
- Ajá.
- Apenas nos conocimos.
- Lo sé... pero, me caíste bien.
- Ah si?
- Sí.
- Vaya, gracias.
- Seguro... oye esta es mi parada debo bajar.
- Ah si.
De un momento a otro, en medio de enredos con una mujer y sus hijos y una ancianita que bajaban donde mismo, Edgar terminó bajando por accidente allí también.
- Bajaste aquí?
- Al parecer.
Edgar estaba algo preocupado y el chico del autobús le sonreía.
- No sabia que bajábamos donde mismo.
- Sí... ni yo...
- Oye, ya que estas aquí, donde puedo contactarte?
- Qué?
- Para lo del empleo, con mi amigo.
- Aaaah... si...
Edgar le dio su número al chico y comenzó a seguirlo por temor del lugar donde estaba, seguía muy lejos de su casa.
- Estas en el lugar correcto?
El chico del autobús ahora parecía algo tenso.
- Es que yo... me baje por error...
- Y?
- Y no sé dónde está la parada de autobús aquí y... no conozco... este lugar...
- Ah, te vas a ir en el mismo que el que íbamos?
- Ajá...
- Ven, te llevaré a la parada.
Una vez que llegaron el autobús tardó solo 5 minutos en llegar y Edgar se despidió del chico del autobús.
- Oye universitario medio becado!
Edgar se giró.
- Me llamó Noel.
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Dame tu mano
Romance- Él.. sobrio. - Él... amoroso. - Él... intrigante. - Él... olía tan bien Dios, por qué tenía que oler tan bien? Y por qué no podía dejar de sonreír?