Calabaza y higanbana

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—Este año ganarás el concurso de calabazas y harás TODO lo necesario para conseguirlo, Kawaki.

Naruto toma a su hijo de los hombros y lo sacude, Kawaki ladea la cabeza por todos lados como si no tuviera articulaciones.

—¡Asegúrate de traer el premio ttebayo! —Naruto deja de sacudirlo y lo mira a los ojos. Kawaki deja de sentirse mareado y lo confronta con una expresión decidida—. Confío en ti, Kawaki, nuestras vidas dependen de esto.

Kawaki asiente, esta vez apretando las telas de su disfraz mientras le da una sonrisa torcida. Ah, su hijo hizo una sonrisa.

Sasuke se acerca a Naruto y golpea su cabeza con sus nudillos.

—Deja de pensar solamente en tu estómago.

—¡Ay, eso me dolió!

Sasuke ignora las quejas de Naruto y le tiende una pequeña canasta a su hijo, él la toma y rápidamente se aparta de su lado. Kawaki camina entre los demás niños y se pierde entre la multitud. Sasuke lo ve ir a la casa del otro lado de la calle con otros niños para pedir dulces.

Hoy es el carnaval de los muertos.

Konoha había tenido esta tradición por mas de 400 años; le parecía incluso un poco ridículo que los adultos endulzaran las historias de ninjas poderosos y una historia de terror de dioses malignos. Suponía que su ciudad era particular, aunque historias de ninjas abundaban por todos lados.

"Si fueron buenas personas y eran conmemorados con buenos deseos alcanzaban el mundo puro, el cielo, y volverían un día al año durante el carnaval de los muertos y verían a sus familias. Si eran malas personas y se les detestaba en muerte irían al estómago de las parcas, donde sufrirían eternamente y nunca se les permitiría una reencarnación."

Era un cuento popular narrado por cada rincón de la ciudad y en cada casa, especialmente por los ancianos.

Como una gran familia, habían decidido ir disfrazados de lo que más le gustaría a cada uno. Naruto había preparado el disfraz de su esposo y el suyo: su esposo antipático y avergonzado con la botarga de un dinosaurio verde y él en un traje encantador de ranita.

Y Kawaki, sin un disfraz y queriendo ir a tono con sus padres, había pedido a su papá que lo vistiera como le gustara. Lo que resultó en un adorable kigurimi de pez koi.

—Él realmente esta emocionado —Naruto se coloca al lado de Sasuke y ríe detrás de su mano.

Su hijo era callado y aunque la gente diga que parece siempre permanecer estoico puede saber por sus pasitos desordenados y erráticos que está feliz y emocionado.

Sin otra cosa que hacer, Sasuke agarra los barrotes de la carreta y revisa que la calabaza de su hijo no sea visible gracias a la manta blanca. Con una ligera sonrisa está listo para ir al centro del parque donde se encontraban los demás padres y Naruto camina a su lado.

—Me pregunto que abra hech... —Sasuke golpea su mano antes de que pudiera levantar por completo la sabana—. ¡Ey!

—No.

—Kawaki salió tan quisquilloso como tu 'tteba —Naruto hace un puchero y se frota el dorso de la mano.

Sasuke resopla y sigue empujando la carreta. Kawaki había sido muy específico con ellos sobre no mirar lo que había debajo de esa manta y Sasuke haría que esa promesa se mantuviera.

Lo que menos quería era lidiar con un niño retorcido y enfadado hasta el punto de odiarlo y no querer comer.

Al llegar al sitio del concurso de calabazas Sasuke sube la carreta hasta el sitio de Kawaki; una mesa de tono negro con tres sillas y la deja a un lado.

El carnaval de los muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora