☬ La prometida ☬

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Se cumplía un mes desde que lo habían hecho oficial: Loki iba a casarse con otra mujer. Tu corazón aún dolía, a pesar de que lloraba y dejaba salir sus sentimientos cada noche desde que te enteraste, todavía no podía sanar esa herida que tu amor por el dios había dejado.

Siempre creíste que tendrías todo el tiempo del mundo para confesarle tus sentimientos, para llevar su amistad al siguiente nivel, pero ahora te dabas cuenta de que ya era demasiado tarde. Tú único consuelo era que el compromiso no había sido del todo su elección, el rey y la reina lo habían arreglado y no había nada que ninguno de los dos pudiera hacer al respecto. Era una posibilidad que sabías que existía, pero nunca imaginaste que realmente pasara. 

Esa noche, entre suspiros de desconsuelo y soledad, vagaste por el castillo, esperando a que Thor pasara a recogerte para llevarte a beber con sus amigos. Él era tu mejor amigo, después de todo. Hasta el momento, te habías negado a recibir su ayuda porque involucraba bebida y pláticas que no querías tener, pero para este punto lo habías intentado todo y estabas dispuesta a escuchar sugerencias. Una noche de olvido no hacía daño.

Sin embargo, justo cuando empezabas a perderte en la belleza de la luna y las estrellas, escuchaste unos pasos detrás de ti y observaste al motivo de tu infelicidad; la prometida de Loki. 

—Oh, buenas noches, (T/N) —hizo una reverencia—. Qué linda sorpresa encontrarte aquí. ¿Buscabas a Loki?

Ahí estaba, fingiendo inocencia. Como si ella no fuera el motivo por el que tu amado, platónico Loki se había alejado tanto de ti últimamente. Cada vez que ella estaba cerca, él corría de tu presencia y buscaba esconderse.

—Mi lady —suspiraste—. No. Espero a Thor.

La chica te dedicó una sonrisa traviesa. A Thor no lo habían obligado a casarse, se rumoraba, porque su corazón pertenecía a otra mujer. Claro que tú sabías que esa era Jane, pero al parecer la prometida de Loki creyó que se refería a ti.

—Qué afortunada —rio falsamente—. No me digas que él fue quien te dio ese anillo.

Miraste tu dedo. Todos lo sabían, incluso las empleadas del palacio lo sabían, excepto ella, por supuesto. Ese anillo era tú única herencia de tu madre, quien falleció dándote a luz. 

—No, claro que no —susurraste sonrojada.

—Oh, entiendo, aún no quieres hacerlo público.

—No es eso, es solo que-

—Oh, cariño. No digas más, ya sé lo que piensas. Por supuesto que Thor nunca te daría un diamante tan pequeño. Solo estás usando ese señuelo para que nadie vea lo real y les de envidia. Un pequeño consejo: yo hacía lo mismo, pero ahora puedo mostrar mi diamante sin temor alguno, es solo una muestra del amor que Loki tiene hacia mí —te mostró el anillo en su dedo, alterando tu respiración y provocándote una mezcla de emociones en la que no sabías si llorar o darle un puñetazo en la cara; probablemente terminarías haciendo ambas.

—Thor y yo no estamos juntos —te limitaste a aclarar—. El anillo es mío.

La prometida te miró con descaro, juzgándote de pies a cabeza.

—¿Una mujer que usa un anillo que se compró a sí misma? —soltó una carcajada—. Qué cosa más triste. Querida, no eres tan fea. Encontrarás a alguien algún día.

—Sé que lo haré —estabas harta de guardar las apariencias—. Si tú pudiste conquistar a alguien como Loki con esa nariz operada y tu personalidad tan superficial, yo podré conseguir a alguien que me valore por la mujer que soy.

—No tienes por qué ponerte celosa, querida —no lograste molestarla ni un poco. De hecho, por alguna razón, habías alimentado su ego—. Para nadie es secreto que eres la pequeña mascota de Loki, la niña tonta que lo sigue a todos lados. No es culpa de nadie, excepto tuya, pensar que alguien como él, un príncipe con modales y un poder inigualable, podría interesarse en una chica simple y aburrida como tú.

Loki y tú: One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora