9: El malo del cuento

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Acostado boca abajo mantiene la mejilla derecha contra la almohada y su mirada la tiene enfocada en la puerta, pasando por alto la mesa con varios paquetes vacíos de comida congelada y vasos con un poco de líquido al final de estos; sabe que debería limpiar su apartamento, pero está tan cansado que lo único que quiere hacer es dormir, sin embargo, no puede ni pegar ojo.

Las presentaciones de Bakugo con su banda son abrumadoras; la cantidad de vástagos que siempre se presentan a verlo lo ha superado en todas las ocasiones. Descubrió que la vergüenza no existe en ellos, pues los gritos donde piden ser follados o siquiera vistos por el baterista nunca faltan y eso, las primeras veces, le revolvió el estómago.

Ellos pedían, rezaban hacer con Bakugo lo que hicieron aquella ocasión borrachos y, sin poder evitarlo, se sintió ¿orgulloso? ¿Creído? Y esa misma sensación hizo que las burbujas aumentaran junto con la incomodidad de seguir yendo a las presentaciones, parece que eso lo notó el vampiro de cabello rubio cenizo porque lo mando atrás junto con el staff.

Al principio sintió aquello peor que estar entre el público, pero desde ahí pudo ver todos los preparativos y también la espalda bien trabajada del vástago que ha hecho de su cabeza un desastre.

En la última presentación, Bakugo llegó a saludarlo primero luciendo una chamarra de cuero roja con hombreras y antebrazos negro; el material aferrándose a la figura del vástago lo hizo perderse un poco en ello, y que el zipper estuviera cerrado un poco antes de cerrar el cuello, dejando al descubierto la piel y revelando así que no posee ropa debajo no hizo más que empeorar la situación.

Las piernas le temblaron un poco, hablaron animadamente y cuando los llamaron a escena, Bakugo colocó la mano derecha en su espalda baja y pudo sentir como los labios se colocaron al lado de su oreja, rozando el sensible arco de ésta. "No dejes de verme", fue lo que dijo y él no pudo apartar los ojos en ningún momento.

Es gracioso, ha hablado con Toga y Tetsutetsu muchas veces sobre la belleza masculina, incluso su amigo y él tuvieron que hacer un "top cinco de hombres más sensuales", pero jamás los vio realmente así. Nunca se le aceleró el corazón al pensar en ellos, tampoco se imaginó besándolos eso solo le ha ocurrido con Bakugo y que lo acepte es aterrador.

Respira hondo, suspira y se gira para darle la espalda a su sucio apartamento. Necesita limpiar, sí, pero ya lo hará mañana.

Quiere dormir primero.

≪ °✾° ≫

El capitán Mirio lo observa desde arriba, no se encuentra respirando agitadamente ni siquiera tiene una gota de sudor brillando en el rostro, todo lo contrario; luce fresco, como si no hubieran estado peleando hace apenas un par de segundos, en cambio él se encuentra con la espalda contra el suelo y los pulmones ardiéndole, rogándole por un poco de aire.

El teniente lo ayuda a colocarse sobre el costado derecho y no puede evitar que un ataque de tos se abra paso ante la primera gran bocanada. Las suaves palmadas contra su espalda le hace cerrar los ojos y tras aquella oscuridad, encuentra el alivio en el recuerdo de hace dos días.

Bakugo logra derribarlo contra el suelo con suma facilidad, pero él no duda en patearle contra el vientre y girar, arrastrándose fuera del baño a cómo puede para luego ponerse de pie, pero las manos del vampiro le sujetan de la cadera y tiran de él hacia atrás, pegándolo contra un fuerte y mojado cuerpo.

¿A dónde vas, caperucita? —Traga ante el apodo dado, pero no deja de removerse. Debe soltarse— Necesitas un baño.

No lo necesito, estoy bien —responde desesperado, pero cuando las manos del vástago se deslizan hasta que los fuertes brazos lo abrazan deja de moverse—. ¿Bakugo?

No Me Sueltes (BakuShima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora