VEINTISIETE

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Marcelo

Cuatro malditos meses aquí encerrados, en mitad de la selva con gente que está mentalmente inestable. Creen que su pastor es un enviado de un dios que no existe, que ese mismo dios vendrá para purificar este mundo. Fue complicado, querían matarnos, pero los convencimos de que queríamos unirnos a esta maravillosa comunidad. Fingieron nuestras muertes, nos sacaron un par de muelas y dientes para que pudieran identificar esos cadáveres como nuestros, incluso tenían el cadáver de un bebé que hicieron pasar como mi pequeña Alma, la que duerme ahora en mis brazos. He estado protegiendo a Adriana y a mi sobrina todo este tiempo, hemos estado fingiendo la misma demencia que todos tienen aquí. Tenemos que esperar un poco más para poder escapar, esto es como una maldita fortaleza y no sabemos dónde estamos, pero hay un grupo de personas que quieren huir, parecen haber despertado de ese trance en el que estaban. Estamos planeando una huida rápida, hay un mapa en la casa del pastor. Queremos entrar y robarlo para poder escapar de aquí y de la selva, también necesitamos suministros, los tenemos escondidos enterrados bajo la tienda de campaña en la que dormimos Adriana, Alma y yo. Sólo los fieles de alto rango pueden optar a una casa, los nuevos deben vivir en tiendas de campañas repartidas por el terreno.

Carlos entra en nuestra tienda, él es uno de las personas que quieren huir.

—¿Qué ocurre?— le pregunta Adriana.

Carlos se sienta frente a nosotros.

—Va a haber una boda, es el momento de huir— responde— Todos estarán distraídos con la ceremonia y la celebración, la guardia se reducirá a la mitad.

Adriana y yo nos miramos, por fin vamos a poder escapar.

—Es hora de ir a casa, pequeña— le digo.

Sus ojos se llenan de lágrimas. Rodeo sus hombros con mi brazo y la atraigo a mi costado, ella ha sufrido mucho, no ha dejado de pensar en sus hijos y en Bastian. No sabemos cómo están Eric y Jeren, no deben estar entendiendo nada. Sólo son dos niños pequeños.

Anya entra corriendo en la tienda, parece muy asustada.

—¿Qué pasa, pequeña?— le pregunto.

Comienza a llorar, está muy nerviosa. Hace cuatro meses una joven de dieciséis años se acercó a Adriana y a mí para darnos la bienvenida, al principio parecía una más entre este grupo de enfermos, pero nos dimos cuenta de que ella no sucumbió a los engaños del pastor. Se presentó a nosotros con su nombre real, no con el que la habían bautizado en esta secta. Rosanara resultó ser Anya Kozlov, la hermana perdida de Iuriy, nos la vamos a llevar cuando nos vayamos. Vladimir Kozlov dejó a su hermana pequeña en este lugar, el pastor es su guardián, ella lleva siendo prisionera muchos años, es hora de que vuelva junto a su hermano.

—Ellos— jadea— Quieren casarme.

—¿Qué?— pregunta Adriana— ¿Tú eres la novia de la boda?

Anya asiente, luego me mira.

—Y tú eres el novio, quieren casarme contigo.

Adriana toma a Alma de mis brazos. Acuno la cara de Anya entre mis manos. Cuando la miro veo a Iuriy, mismo pelo rubio, ojos azules como el mar Caribe, piel blanca. Es una niña encerrada entre enfermos.

—No voy a dejar que eso suceda— le digo— Tienes que estar tranquila, nos iremos hoy mismo.

Pone sus manos sobre las mías.

—Por favor— suplica— Tienen una forma horrible de comprobar que el matrimonio se ha consumado.

—¿Cuál?— pregunto.

—El pastor... Él se queda mirando la noche de bodas— llora.

—Ve a guardar tus cosas en tu mochila, sólo lo más esencial— miro a Carlos— Avisa a los demás, nos vamos esta noche.

LA NIÑA #3.1 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora