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𝕳𝖊𝖑𝖆𝖉𝖆𝖘 𝖛𝖆𝖈𝖆𝖈𝖎𝖔𝖓𝖊𝖘

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𝕳𝖊𝖑𝖆𝖉𝖆𝖘 𝖛𝖆𝖈𝖆𝖈𝖎𝖔𝖓𝖊𝖘

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──OH, DEMONIOS. YA ME PERDÍ.

Evey frunció el ceño mientras miraba la calle que se extendía frente a ella.

Ya había pasado un mes desde la expedición a la Atlántida, y la chica recibió la rutina con los brazos abiertos.

Esos últimos días había estado muy fastidiosa debido al frío ascendente, así que cuando esa mañana amaneció algo más agradable, aprovechó para bajar al pueblo a comprar unos materias que le comenzaban a faltar.

No quiso interrumpir a Divus, que estaba estancado en un sinfín de tareas pendientes para corregir, y por eso al salir de la librería acabó sin saber por donde volver.

Lo que si no estuviera de mal humor, sería incluso gracioso, teniendo en cuenta lo pequeño que era el pueblo.

Estuvo dando vueltas y vueltas hasta que decidió rendirse.

Fue a sentarse a la plaza, dispuesta a llamar a uno de los chicos para que la fuera a buscar. Pero cuando tanteó en sus bolsillos, su celular no estaba.

──¡Carajo! ¡No puede ser! ──lo buscó desesperada entre las cosas que compró.

Entonces recordó que Grim la había convencido de dejárselo a él porque iban a hacer un concurso de fotografía.

Algo así de "Quien le saque la foto más vergonzosa a Riddle sin perder la cabeza gana".

Evey gruñó. Al parecer, estaría condenada a caminar por su cuenta hasta encontrar el camino de vuelta.

¿Qué tan difícil podría ser? El Devildom era el quíntuple de grande y había aprendido a moverse en él sin problemas.

──Disculpa. ──alguien le tocó el hombro.

Cuando la chico se giró, vio a un adolescente azabache de facciones dulces. Llevaba un sombrero de marinero azul y un suéter amarillo con detalles rojos.

𝕀𝕄ℙℝ𝕆𝔹𝔸𝔹𝕃𝔼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora