Erase una vez una chica que siempre estaba triste; tanto que la gente la comenzó a llamar la chica tristeza. Siempre iba a todos lados con su usual mirada perdida, y absorta en sus pensamientos. Como todos los días, hacia la rutina sin mucho ánimo y iba al metro para ir a la universidad. Un día como cualquier otro, esperando llegar a su parada hizo contacto visual con una chica, la cual le sonrió. Ella sin ser consciente de por qué, le sonrió de vuelta; como hacia meses que no era capaz de hacer.
Los días pasaron y la chica tristeza fue hablando cada dia un poco más con la chica feliz. Al principio simplemente se sentaban juntas sin hablar, y si acaso se dedicaban unas pocas miradas y sonrisas. Después empezaron a hablar. Para la chica feliz esto era algo normal, estaba acostumbrada a tener amigas, a sonreír. Por otro lado la chica tristeza notaba que poco a poco estaba perdiendo su nombre. Puesto que notaba que al fin alguien la hacía sentir algo que no fuera tristeza. Conforme iban hablando iban saltando las chispas, tenían muchas cosas en común. Y saltaba a la vista que entre ellas se estaba creando algo que no solo era amistad. La familia de la chica tristeza poco a poco empezó a notar que ella estaba mucho mejor y que poco a poco estaba floreciendo la felicidad en su corazón.
Un día quedaron para hacer un picnic en un frondoso bosque. Estuvieron merendando mientras jugaban a algunos juegos de cartas. Y poco a poco entre ellas la tensión iba subiendo más. Hasta que cuando estaban viendo el atardecer por fin se besaron. No fue un beso intenso, fue un beso tierno, suave. Y después de este vinieron muchos mas los cuales estaban cargados de deseo e intensidad.
