Capítulo 13

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Harry cruzó la esquina en la Calle Marshall respirando agitado y bajando la cabeza contra la lluvia helada; el goteo era tan fuerte, que cada una de ellas al caer era dolorosa, sin embargo, él apenas lo notaba, enfocado en el mantra de la nota de Draco:

Piscina de la Calle Marshall, Soho, 4 pm. Goran. Piscina de la Calle Marshall, Soho, 4 pm. Goran. Piscina de la Calle Marshall, Soho, 4 pm. Goran. Piscina de la Calle Marshall, Soho, 4 pm. Goran.

Goran. Uno de los amigos despreciables de Fitzwilliam, sin duda. Harry no quería pensar en la logística de este desastre, pero cuando se detuvo, sus dedos aferrados a la pared fría y húmeda de piedra, mirando calle bajo, no pudo suprimir la agitación en su mente que era de poca ayuda. Iba a matar al idiota de Draco cuando... Harry tragó duro. Las mangas empapadas de su cardigán se pegaron en la rústica pared, y él se estremeció. Se sacudió, se atrevió a mirar otra vez sobre la esquina, y se recompuso. Todo esto era su culpa de cualquier forma. Dejaría que Draco lo insultara por ponerlo en esta situación, y luego iba a matar a Draco por hacerlo cagarse de miedo por él.

Eso funcionará.

"Okey", murmuró para sí mismo, tamborileando los dedos en la pared. "Piensa como un Auror... si recuerdas cómo".

Y a pesar de sus dudas, su instinto regresó a su lugar rápidamente como ponerse un viejo y familiar abrigo. En segundos, Harry había tomado nota de la calle silenciosa, los autos estacionados, la pareja caminando con un perro que pasó a su lado silenciosa, midiendo sus pasos. La Calle Marshall estaba tenuemente iluminada, pero era suficiente para que Harry viera el arco de pálida piedra y la señal en el pavimento, que debería haber sido guardada para esta hora. Aunque la señal de magia malévola estaba completamente ausente, Harry alzó su varita y lanzó una serie de Hechizos de detección, ligeramente entristecido de darse cuenta de que no confiaba ya demasiado en su propia intuición en momentos como éstos.

"Más vale prevenir que lamentar", murmuró, colocando su varita en su manga y prosiguiendo lentamente a cruzar la esquina. "Nadie me oirá decirlo", agregó, horrorizado consigo mismo a pesar de todo.

Deslizando su flequillo empapado, se paró cuidadosamente en la entrada y buscó por movimientos en el vestíbulo, pero todo adentro parecía estar tranquilo. Intentó con la puerta, agarrando con su mano el frío pestillo y lo giró fuerte, pero no funcionó.

Se mordió fuertemente el labio y se rehusó a sentir pánico, incluso aunque sabía con certeza una cosa. Este definitivamente era el lugar, y no necesitaba ninguna destreza como investigador para estar seguro del hecho. Conocía a Draco y sabía que estaba en algún lugar adentro. En qué estado podría estar, Harry no lo sabía, y el pensamiento aceleró su corazón a un ritmo nauseabundo. Optando por no pensar, usó un sencillo hechizo para abrir la puerta frente a él, ligeramente reflexionando que un viejo loco había sido más efectivo manteniéndolo afuera de una edificación que un montón de supuestos criminales profesionales.

Sostuvo el aliento y dio un paso al interior, agradecido de que la puerta se deslizara silenciosa en sus goznes. El olor del cloro le golpeó de repente y lo llevó a sus lecciones de natación de la escuela primara en un instante, llevándolo a un montón de recuerdos inútiles, de ser hundido bajo el agua hasta que su nariz ardía y quemaba, aullando cuando sus gafas se hundían en su nuca, y buscando su ropa por todo el lugar la cual había sido escondida por Dudley y sus cómplices.

Ceñudo, Harry se forzó a ajustarse al aire cálido y al olor de los químicos. Sabía que debía esperar por Ron, pero no había daño si daba un rápido vistazo. Si tomaba nota de la escena, por decir algo. No es que pensara que iba a ser suficiente con lanzarse sobre Fitzwilliam con su varita en mano o algo así, pero la razón le decía que si Draco estaba allí, ya estaba en problemas, y nada de lo que Harry pudiera hacer iba a ayudar contra la cantidad de miembros de su pandilla, que solo Dios podría saber cuántos eran.

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