El azabache se encontraba en su pieza revisando algo en su celular hasta que escucho el timbre de su apartamento, asumió que era el delivery que había llamado para entregarle su cena así que salió de su pieza y fue a recibir su cena.
Cuando abrió la puerta, no se encontró a nadie, miro a ambos lados y no había nadie cerca, se molestó al creer que era un broma de su vecino que es un niño de diez años, era insoportable ese niño.
Cuando estaba a punto de cerrar la puerta, dirigio su mirada al suelo inconcientemente y se encontró con un sobre de color blanco y una flor de Bugambilia a su costado. Era un carta.
¿Quien le pudo haber dejado esa carta?, estamos en el siglo XXI, pudieron haberle escrito por Whatsapp.
Dejo de pensar, recojio el sobre, y la Bugambilia y se metió a su apartamento.
Ya adentro abrió el sobre y se encontró una carta, era obvio, la desdoblo y se puso a leer, era un gran texto y no tenía un autor:
"Hola, se que es tarde pero tenía que enviarte esta carta para que sepas lo que siento.
Eres una persona maravillosa, imperfecta para otros pero para mí, eres lo más perfecto del mundo, tus cualidades son asombrosas que no pude evitar sentir algo más que amistad.
Tu de verdad me gustas, me gusta tu forma de ser, me gusta tu cabello, tus labios, tu voz, tu risa y sobre todo tus ojos, esos ojos violetas oscuros y profundos, cada que lo veo me recuerdan a las bugambilias, y cuando las veo me recuerdan a ti.
Eres una persona muy especial para mí, no se que haría si tu algún día te vas de mí vida, aunque después de esta declaración y te enteres quien soy probablemente te alejes.
Cada que veo las bugambilias, me recuerdan a ti, su aroma me recuerda a ti, su color me recuerda a ti, cada que tomo una, siento que te abrazo y te tengo a mí lado, te amo Duxorethey, no puedo sacarte de mí cabeza, quiero que seamos algo más, no sabes quien soy así que te lo digo en este momento, eres tan bello como una Bugambilia".
Despues de leer la carta, sintió un revoloteo en su estómago y como su corazón late con mucha fuerza, sus mejillas las sentía calientes y ruborizadas, fue tan hermosa su declaración pero más hermoso fue saber quién se lo mando.
—Ay aquinito aquinito— río el mayor aún con la carta en su mano.
—"Ni siquiera cambiaste tu letra"—
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